viernes, 13 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTICINCO

JORGE: Estoy lleno de pensamientos que no sirven para nada, estoy como hace dos años, cuando comenzó nuestra separación...la nuestra no, doctor, que todavía no nos conocíamos... me refiero a Lola y a mí, un día éramos muy felices y otro día me pidió la separación, yo no lo podía entender, quise saber si era por otro hombre, si era porque yo era poco hombre para ella, me hice todas las preguntas posibles y necesarias, pero ninguna era, ni se aproximaba, a lo que ella me iba a decir: quería ser ella, quería su libertad, así me lo dijo. Yo no la creí, ni al principio ni ahora, y todavía no sé porqué, a mí me tendría que dar igual, que sea por una cosa o por otra el hecho de la separación es un hecho consumado, sin embargo todavía me pregunto...es la pregunta imposible o mejor la pregunta que no debía haberme hecho, pero no es algo que se pueda saber antes de padecer este tormento, este pensamiento torturante... ya me he divorciado y todavía me asalta el pasado en forma de pensamiento...
PSICOANALISTA: ¿Ambición o mezquindad?
JORGE: ¡Qué cosas me dice...!
PSICOANALISTA: Me parece que si se dicen no serán cosas serán palabras.
JORGE: ¡Ah, perdón! Si son palabras yo también puedo decir otras palabras...me recuerda una canción que dice: "no te dejes atrapar por la mezquindad de los ricos y tampoco por las ambiciones malignas de los pobres" o algo así, en realidad es un poema, creo que del poeta Menassa, y los poemas son muy precisos, son equivalentes a los chistes, si olvidas una palabra se pierde el chiste, se pierde el poema, ¿de qué pérdida estaré hablando cuando hablo de Lola? A veces pienso en la pérdida de potencia sexual, todavía no me pasa, alguna vez no puedo pero la potencia todavía no está en "caída libre", ¡ja,ja,ja! Son palabras, son palabras que he escuchado a los hombres... no a todos los hombres, a algunos hombres, mi tío Ramón siempre dice que él no falla nunca...no sé si es que no tiene miedo a los agujeros y siempre acierta o es que sólo lo intenta cuando se pone, o ...él siempre dice que cuando una mujer se lo pide...no sé, a mí las mujeres no me piden nada, soy yo el que pide...¿tendría que saber esperar? ¿será mucho mi atribución cuando creo que una mujer se queda con quien la hace gozar? A mí no me ha pasado, ellas siempre han gozado...bueno, eso decían, ¡ja, ja! son palabras, claro. ¡Qui lo ça! Bueno, pensando en voz alta las cosas cambian, en las mujeres está la cara para la cámara que es mi ojo y está la cara que se retuerce con esa insoportable belleza del goce inevitable, son dos rostros del goce... que no tiene rostro...¿no estará pensando que estoy hablando de usted? ¡qué ocurrencia la mía! He pensado en su rostro, ese rostro que imagino impasible, sin mirada...usted se parece más a la muerte...
PSICOANALISTA: ¿Le parece que por hoy está bien?
JORGE: Una muerte lenta y pacífica, eso sí, una muerte de larga duración...¿sabe que usted tiene prohibido morirse, al menos mientras dure mi análisis?
PSICOANALISTA: ¿Hoy no me va a dejar terminar la sesión?
JORGE: Necesito ser escuchado...es porque usted me escucha que yo hablo...
PSICOANALISTA: Tiene mi escucha desde la primera sesión...
JORGE: La escucha no es que escuche lo que digo...es que nadie puede hablar si antes no hay escucha. Gracias, doctor, podemos continuar la próxima.
Jorge salió de la consulta pensando en la escucha, "si no nacemos entre hablantes no podemos llegar a hablar, aun teniendo aparato fonador, es necesaria una escucha para que lleguemos a hablar, siempre hablamos para alguien"

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