lunes, 9 de febrero de 2009

DIECINUEVE

VOZ: Si usted no puede cambiar mi realidad, ¿qué ayuda me va a prestar?

PSICOANALISTA: El psicoanálisis le puede ayudar a cambiar su miseria neurótica por un infortunio corriente, así podrá trabajar mejor la realidad, venga a su favor o en su contra.

VOZ: No le entiendo, cambiar la miseria por el infortunio, no le veo la gracia.

PSICOANALISTA: La miseria neurótica es responder a cualquier realidad de una sola manera, el infortunio corriente es responder a cada realidad con el trabajo correspondiente.

VOZ: ¡Ah, soy yo la que cambiará! Mi madre siempre dice: ¡tú, hija mía, nunca cambiarás!

PSICOANALISTA: No hace falta que cambie de madre, puede cambiar usted como hija.

VOZ: Eso le daría una alegría a mi madre. De acuerdo doctor, volveré el próximo lunes, a la misma hora.

La puerta se abre y Jorge está a un lado de la puerta, cuando la paciente sale, él entra en silencio. Llega al diván y se tumba.

JORGE: Mejor tumbarse que irse a la tumba. Nunca entenderé a las mujeres, mi hermana no quiere tener hijos ni volver a España, mi madre desde que ha ido a visitar a mi hermana se quiere ir a vivir a USA, Lola dice, ahora, que está enamorada de mí, Raquel no se queda embarazada pero cada vez que hacemos el amor está segura que ha quedado embarazada, y yo sin saber lo que quiero...lo que quiero de las mujeres...esa paciente que salía cuando yo entraba, me miró como ninguna otra mujer me ha mirado...primero pensé que no me había mirado y después pensé ¡qué mirada!, una mirada de odio..., hoy siento odio...he triunfado y siento odio...mi proyecto ha sido aceptado, será el proyecto definitivo..., había sido aceptado por la empresa que me lo encargó, pero ahora ha sido aceptado por la empresa que lo va a llevar adelante..., sin embargo estoy triste y lleno de odio, por nada y hacia nadie, pero son tan reales estos sentimientos, aunque ahora que lo estoy diciendo... ¡los sentimientos son tan reales cuando se sienten y tan irreales cuando se cuentan!
PSICOANALISTA: Tal vez, en el éxito está el fracaso de haber ya vivido.
JORGE: Hoy le decía a Lola eso, ¡han pasado los años! ¡los años no se detendrán, aunque nosotros nos detengamos! Ella me dijo: no me lo digas así, gritaba desesperada, no quiero saberlo, quiero morir sin darme cuenta de nada. Siempre quiso vivir ciega... a los años, nos casamos a los 18 años, yo en principio le dije que éramos muy jóvenes, ella no quiso saber nada y nos casamos el día que ella cumplía 18 años, y en menos de un año nació Javier..., cuando pienso en el paso de los años me doy cuenta de todo lo hecho...y de lo no hecho...todavía. Ya no pienso que voy a morir joven...no sé cómo ni cuándo pero ya no me asalta esa idea...era casi un ritual, tenía forma de ensoñación, cuando tomaba la posición de dormir pensaba en ello...ahora que lo pienso era como vivir una vida de un día...ahora pienso vivir más de 100 años, o al menos, mis días van a tener el sabor de 100 años...
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Sí, doctor, ya no tengo odio, he decidido esperar, sólo dentro de casi 70 años sabré lo que quiero saber, todo éxito ha quedado relativizado. 70 años más es mejor proyecto que 34 años menos.
Jorge llegó a la puerta del teatro donde esperaba gozar de Bodas de sangre, y pensó en las palabras del personaje de Leonardo "¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!/ Porque yo quise olvidar/ y puse un muro de piedra/ entre tu casa y la mía./... Federico decía que sus personajes eran una realidad estética. ¡Yo también tendré mi realidad estética, mañana comenzaré a hacer dibujo artístico!."



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