sábado, 31 de enero de 2009

SESIÓN DOCE

JORGE: No quiero comenzar diciendo que quiero morir rápidamente y vivir con la intensidad que se requiere para tolerar la propia sensibilidad, ¿quiero morir o no quiero vivir?, no sé, cada vez que alguien toca mi mismidad me rompo en mil pedazos y después tardo meses, años en reconstruirme..., y no es necesario que sea algo grandioso, ... un pequeño desprecio, una pequeña desconfianza, ya sabe, doctor, esas cosas con las que ya estamos tocados, mi padre siempre desconfió de mí y mi madre algo me desprecia, y ahora mamá se ha quedado con la desconfianza y el desprecio.

PSICOANALISTA: Lo que usted repite es el des.

JORGE: Qué quiere decir, que mi problema es dar o no dar, darme o no darme, hacer o no hacer..., esto del psicoanálisis no tiene en cuenta los sentimientos personales, mi dolor terrenal ¿acaso no cuenta?¿No tiene existencia? ¿cree que no duele? Tal vez a usted le parecería mejor que yo pensara que la desconfianza y el desprecio es una producción mía, que el otro sólo tiene miedo, incluso usted puede llegar a pensar que el amor del otro yo lo transformo en desprecio, que lo que no soporto es el amor de los demás, porque el amor pide amor, y yo soy incapaz de dar...dar... amor. Usted piensa así, ¿no es verdad?

PSICOANALISTA: Así piensa usted, a mí no me está permitido pensar.

JORGE: Usted no piensa, no juzga, no calcula, ¿no le parece que eso es imposible? ¿Por qué algo que es imposible para todos no lo es para usted?

PSICOANALISTA: No es fácil ni difícil, tampoco es posible ni imposible, es un trabajo.

JORGE: A mí me gustaría tener un trabajo como el suyo...bueno, no, no entiendo cómo puede tolerar tantas frases diferentes sin confundirse, sin fundirse en ellas, sin identificarse...yo, cada vez que alguien me cuenta un problema me quedo preocupado, más incluso que el problematizado, porque cuando nos volvemos a encontrar yo todavía lo recuerdo y el otro no recuerda ni siquiera haber hablado conmigo. ¿Los demás pacientes también son así de desagradecidos? ¿No me va a contestar?

PSICOANALSITA: A mí me pagan por mi trabajo, no es agradecimiento lo que espero.

JORGE: Es increíble, yo me quiero morir y mi psicoanalista no espera agradecimiento...

PSICOANALISTA: ¿Por qué dice eso, acaso quiere morir por mí?

JORGE: ¡Ja, ja,ja! Puede ser, yo le digo que quiero morir por usted y usted en agradecimietno cuando me toque morir, lo hará por mí. ¡Qué lástima! No se puede alquilar o comprar a nadie para que muera por uno. Nadie puede morir por nadie, morimos solos, ni siquiera se puede morir acompañado. Parece que papá siempre le decía a mamá que algún día morirían juntos...supongo que era porque habían nacido el mismo día y el mismo año, ¡qué casualidad! Bueno, tal vez es lo que les enamoró, ese rasgo común, ¿por qué me habré enamorado de Lola o de Raquel y no de otra? ¿Por qué? ¿Usted lo sabe?

PSICOANALISTA: ¿Me pregunta si sé por qué se analiza conmigo y no con otro psicoanalista? Yo sólo le puedo decir que usted viene a mi consulta, no me interesan las justificaciones.

JORGE: ¿Cuando yo pienso que las cosas podían haber sido de otra manera. o que por qué las cosas son así, estoy buscando justificarme?. Puede ser, porque en lugar de aceptar los hechos y avanzar o cambiar o rectificar o girar... me regodeo en "podría haber sido...". ¡Ah, esta mañana fue terrible, casi no llego a sesión, cuando estaba cruzando la calle , la calle donde está el garaje, donde guardo mi coche, ahora se me ocurre una cosa del coche, un sueño que tuve ayer..., pero quiero contar lo que me pasó, un coche casi me lleva por delante, me pasó casi rozando, un poco más y me rompe, hasta podía haber muerto..., iba a mucha velocidad..

PSICOANALISTA: Pero no le pasó nada, está usted aquí.

JORGE: ¡Que no me pasó nada! Bueno, es cierto, sólo me pasaron mil pensamientos por la cabeza, y cada cual peor... sí, usted diría que podía haber pensado que me había salvado de un accidente y que tendría que celebrarlo...no si al final tengo que estar contento...¡ah, en realidad todos esos pensamientos eran para justificar el susto que me me dio! Si le digo la verdad, yo iba un poco despistado, entré en el paso de peatones sin mirar, estaba mirando el semáforo de la otra calle, y como se abrió para los coches , supuse que este se cerraba... pero claro, estamos en Madrid, los coches no se detienen en ámbar. Tal vez me puse tan furioso porque el error había sido mío, tal vez no me duela tanto el desprecio o la desconfianza sino el pensar que haya sido por un error mío. Lo que no tolero es cometer errores. Siempre fui un perfeccionista, cuando era un púber hacía ejercicios..., una semana sin reír, y no reía pasara lo que pasara; una semana sin hablar y aunque me fuera en ello un suspenso en clase, no hablaba; una semana sin detenerme en el camino al colegio y así lo hacía, me traía muchos problemas pero eso no me importaba, después los solucionaba, pero cumplir con lo propuesto hacía subir mi nivel de autoestima a unos niveles exagerados.

PSICOANALISTA: ¿Le parece un error haber iniciado este análisis?

JORGE: Dicen que lo que menos se tolera es ser ayudado, por eso a mí me gusta mucho pagar, el dinero no sólo sirve para comprar sino para no deberle nada a nadie. Yo apuesto por aprender a dejarme ayudar, ya sabe, los ricos se dejan ayudar mejor que los pobres, hubo un tiempo que no toleraba ganar, siempre pensaba en los perdedores, comía y pensaba en los hambrientos, vestía bien y pensaba en los sin techo y sus armarios ambulantes. Cada vez que me compraba un traje de Armani me arrepentía, y tardaba meses en ponérmelo. No sé cómo he cambiado...¿he cambiado o nunca he sido como yo creía? Vivímos creyendo que tenemos personalidad, que tenemos virtudes, que tenemos vicios, que tenemos..

PSICOANALISTA: ¿Qué tenemos?

JORGE: Tenemos una vida de tiempo limitado, un cuerpo de alquiler, yo a veces me siento un moroso, alguien que no paga el alquiler, y cuando me pasa eso,¡siento un dolor que me llega al cárcamo!

PSICOANALISTA: Podemos continuar la próxima.

JORGE: Gracias, doctor, por darme otra oportunidad

PSICOANALISTA: Gracias a usted.

Jorge recorrió el pasillo en silencio, mientras pensaba que el dolor de existir a veces le dolía y otros le hacía sentir ¡tan feliz! como en ese momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario