sábado, 28 de febrero de 2009

SESIÓN TREINTA Y TRES

JORGE: El remordimiento tiene más que ver con el masoquismo que con el sentimiento de culpa, es más una erotización de la moral..., estuvo bien lo que hice, estuvo mal... o bien una erotización del pensamiento...le doy vueltas y vueltas a un pensamiento, no importa el pensamiento que sea, ... la culpa siempre es por lo que he dejado de hacer y no por lo que he hecho mal, tiene más que ver con haberme traicionado a mí mismo que con traicionar a otros...no nos damos cuenta pero tenemos prioridades....y traicionarlas produce culpa, no importa que sea por un pequeño goce o por un gran goce, lo que importa es haberme traicionado...no sé, tal vez estoy hablando de lo que ignoro sobre mí ...
PSICOANALISTA: ¿Algo que no hizo..., algo que hizo mal...algo...?
JORGE: Sí, algo que... ¡Ha sido horrible! ¡horrible ! Tenía 300 páginas escritas, para un libro que publicaría en mayo y ¿sabe lo que ha pasado?
PSICOANALISTA: No puedo saber lo que usted no me dice.
JORGE: No se lo había dicho, no, y tampoco al ordenador..., lo que no se dice no existe..., cada vez que daba a grabar decía "ha habido un error y no ha podido ser grabado", y yo seguía escribiendo sin atender a la frasecita...¡maldita frasecita!...ya sé que ella no tiene la culpa sino yo que no la tuve en cuenta..., la verdad es que no me ha dado culpa alguna, ni he sentido remordimientos.., no me he mordido a mí mismo...,sólo un poco de rabia y no por la pérdida del libro sino por la pérdida del trabajo realizado...cuando era niño no podía tirar nada...guardaba todas las hojas de estudio..., una vez mi hermana me enseñó a tejer y en el primer error no pude seguir..., pretendía que deshiciera lo hecho y no pude hacerlo...tal vez mi madre todavía lo tenga guardado entre mis cosas...mi madre sí que guarda todo...todo lo relacionado con sus hijos...en cambio no es así con lo relacionado con su hija, lo digo porque mi hermana siempre dice: mamá, lo has vuelto a tirar, siempre tiras mis cosas; no sé a qué se refiere, pero es una frase que he escuchado muchas veces... cuando vivía en casa de mis padres....he dicho "en casa de mis padres"...antes siempre decía "en mi casa" cuando hablaba de la casa de mis padres...bueno, es más correcto, más verdadero..., es como es, ésa es la realidad...Quise poner al día mi ordenador, nunca lo apago, llevo meses sin apagarlo, se colgaba un poco...así que decidí depurarlo...¡ja,ja,ja,! el libro me debía parecer "impuro"..., algo sí, lo estaba escribiendo con una compañera...arquitecta...siempre dudo entre decir arquitecto o arquitecta, pero si quiero decir la verdad, es arquitecta..., el arquitecto soy yo. ¿No le parece, doctor?
PSICOANALISTA: ¿A lo mejor no le gusta mezclar sus fluidos gráficos?
JORGE: ¡Qué cosas dice doctor!...si me escandaliza... la frase, imagino que algo me inquietaba publicar con una mujer...sí, sí, ya sé que es una colega, una compañera...pero alguna vez he pensado, casi sin darme cuenta, ¡qué pensarán mis colegas hombres cuando vean que publico con una mujer! , y claro, el colega hombre era yo. Se tienen más prejuicios que los que se cree, y no se es tan moderno como se quisiera...al menos a mí me pasa así...el que quiera reconocerlo que lo haga y el que no quiera ¡que viva en el siglo XVIII!
PSICOANALISTA: Los unos... y los otros...
JORGE: ¿Qué me quiere decir que me gusta clasificar, que me creo superior? También me parecía que decía, los hunos y los otros, pero claro, eso lo digo yo...un poco me pasa...me pasa con los que no han estudiado...en la Universidad, porque ¡quién no está empapado en la cultura que habita!...sólo si se opone no es culto...la persona más culta que conozco no lo es por haber ido a la Universidad, tengo muchos amigos universitarios que sólo consiguieron tener ideas fijas sobre las cuestiones más fundamentales de lo humano...ideas fijas quiero decir fijadas por la Facultad por la que pasaron, no saben que en cada facultad enseñan cosas diferentes, sesgan el programa según las tendencias del profe...sor, profesor...
PSICOANALISTA: Lo diferente no es lo desigual, los profesores... tal vez también son alumnos...
JORGE: Eso tendría que ser así, pero no es algo común, por un lado están los profesores y por otro los alumnos..., me han contratado para dar clase de "Análisis" en la Escuela de Arquitectura, ¡qué casualidad la palabrita! ¡casi renuncio!
PSICOANALISTA: Para renunciar primero hay que aceptar
JORGE: Quiero decir que casi no acepto...sólo son dos clases semanales...es sobre dibujo artístico...pensaba que no era justo que haya personas sin trabajo y que yo tenga tres trabajos...¡ja, ja, ja! tengo culpa del tercero, como tener vergüenza del tercero, vergüenza ajena que se dice..., me pasa muchas veces un leve sentimiento de culpa...será cuando estoy en la idea de no aceptar, porque cuando tomé la decisión de aceptar se me pasó el sentimiento...un día escuché en una clase que hay personas que enferman por no tolerar sentimiento de culpa y que después se sienten tranquilas, ahora está enfermas ya no sienten culpa alguna, y que algunos accidentes, las "mala suerte", algunos fracasos laborales o escolares, algunos despidos laborales, son una necesidad de castigo cuya fuente es el sentimiento de culpa...son formas de depresión sin tratamiento...lo que yo no sabía es que arreglárselas con la culpa tenía que ver con aceptar lo que en la realidad se presenta como dirigido a uno...como dirigido a mí..., ¡algo habré hecho para merecerme ser profesor de la Escuela...!o como dice Woody Allen: tampoco me merecía la hepatitis y sin embargo...No sé porqué no estamos preparados para el bien...tenemos más resignación para el mal que para el bien...cuando tenemos buena suerte...nos desconcierta más que cuando tenemos mala suerte.
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Sí, doctor, gracias.
Jorge cuando se levantó del diván se detuvo un instante para decir: felicitaciones por la conferencia...
PSICOANALISTA: ¿Hoy me ha dado una conferencia...?
JORGE: ¡Ja, ja! -y sonriendo-eso lo ha dicho usted...yo me refería a la suya...había tanta gente que sólo pude verle por el monitor...también me alegraba de que usted no pudiera verme...no sé porqué.
PSICOANALISTA: ¿Tal vez porque cuando está en el diván es usted el que no puede verme a mí?.
JORGE: Sí, me sentía libre para escuchar y pensaba que usted cuando está en el sillón se siente libre para trabajar.
PSICOANALISTA: Continuamos la próxima
JORGE: Sí, hoy me parece que he tenido dos sesiones en una, hasta la próxima.
Jorge se dirigía al aparcamiento sin prisa y pensando "cualquier momento es adecuado para que un pensamiento concluya, el pensamiento tiene su propia temporalidad, su propio proceso, ¿el doctor tendrá pensamientos sobre mí, fuera de la sesión?"

viernes, 27 de febrero de 2009

SESIÓN TREINTA Y DOS

JORGE: "Soy el fantasma y el que se asusta del fantasma. Una especie de noche plena, sin amanecer". Tenemos miedo de nosotros mismos y esa es una condición humana, sólo nos amamos a nosotros mismos y esa es otra condición humana, así que no padecer de miedo continuo y amar a alguien más que a uno mismo o a los humanos en general, es un grado de civilización que no alcanza cualquiera. A mí me gustaría alcanzar...
PSICOANALISTA: A veces intentando alcanzar lo inalcanzable se deja de lado lo alcanzable.
JORGE: Mi idealismo a veces me dejó en la cuneta en plena carrera, mi prefeccionismo en el trabajo y mi ideal de humano me hizo abandonar muchos trabajos antes de comenzarlos y muchas conversaciones una vez iniciadas...amo a los hombres capaces de cierta humanidad aun no teniendo a nadie a su favor...hoy hablando con un amigo...amigo es lo que decimos cuando se trata de una persona que conoces desde hace tiempo y con el que sueles hablar de mujeres , de la familia y haces bromas de todo aquello...que envidiamos...me preguntó cuánto pagaba por sesión, se lo dije y se quedó asombrado, comenzó a hablar mal del psicoanálisis...a decir que era muy caro...cuando dijo eso yo le dije que el psicoanálisis no se puede comprar que hay que hacerlo, que lo que pago es por el trabajo de un psicoanalista...ahí se quedó pensativo y yo proseguí, cuando dices caro es porque lo comparas con otra cosa o con tu bolsillo. Su bolsillo no tiene fondo, produce mucho dinero y lo gasta , literalmente lo gasta, lo deshace, nunca puede invertir en nada...sólo lo funde, parece el fundidor de dinero..., es como si lo necesitara, es una compulsión al gasto...todos los días se compra algo que nunca utiliza, ya sea ropa para él, que nunca se pone, ya sean objetos de regalo para otros que nunca regala, ¡es terrible!, nunca había pensado en él así, le aceptaba y nunca me hacía preguntas sobre su manera de pensar y de vivir..., necesita la ayuda de un psicoanalista...tal vez cuando me preguntó sólo era una señal de su deseo de analizarse...bueno, le pasaré el teléfono de un psicoanalista...le daré el teléfono de dos psicoanalistas, el de mi psicoanalista y el de un psicoanalista que he conocido en la Escuela...lo digo para que tenga donde elegir, a él lo que más le gusta de comprar es tomar la decisión entre un traje u otro, entre un regalo u otro, yo nunca le he visto, lo digo por lo que él cuenta...¡es curioso, tiene que ir solo a comprar, nadie le puede acompañar, y cuando está de compras no te puede atender el teléfono! ¡Cuántas manías!
PSICOANALISTA: ¿Y a usted qué le pasa?
JORGE: ¿Cree que hablo de mi amigo para no hablar de mis propias compulsiones?...a veces no puedo dormir...todo lo que empiezo lo tengo que terminar...comienzo un libro y hasta que no lo termino...parezco terminator...comienzo un trabajo y lo mismo...creo que Lola me abandonó...se alejó...puso distancia entre nosotros...algún día lo pensaré más detenidamente qué es lo que Lola hizo conmigo, pero no toleraba que no pudiera dejar de ver una película iniciada..., no puedo ni grabarla y verla después...¡lo que empiezo lo acabo y ya está!
PSICOANALISTA: Como la vida misma, empieza y termina...
JORGE: Cuando era un púber no quería dormir, quería vivir todo seguido, sin interrupción...cuando alguien me enseñaba algo no toleraba que lo dejara a medias...¡cómo sufría! ...en aquella época conocí la muerte de cerca...un amigo mío, dos años menor...se enfermó de leucemia y en menos de un año murió...fue terrible..se quedó a medias...no habíamos comenzado a vivir...la muerte podía llegar a cuaqluier edad...yo antes de aquello pensaba que la muerte era cosa de enfermos y de viejos...aunque para mí los mayores de 16 años eran muy mayores, eran los ancianos que yo consideraba...porque los ancianos de verdad me querían mucho y yo a ellos...pero los de 16 años siempre nos maltrataban, no nos dejaban estar cerca de ellos...¿No me dirá que no toleraba dejar las cosas sin terminar porque no quería morir antes de envejecer?
PSICOANALISTA: Eso lo ha dicho usted...
JORGE: Puede ser... el miedo que me da mi cuerpo es que se detenga en medio de la vida, ¡es horroroso morirse! No me gustaba vivir para no tener que abandonar algo que me gustaba..., ahora me gusta vivir porque no tengo más que una vida...aunque vivo varias vidas, cada día comienza la vida para mí, ¡Es tan gozoso vivir!...¡He pasado de miedo a vivir a vivir de miedo! Una vida es muy poca cosa, apenas algo más que un ciclón en los mares, ¡atraído por mi propio barro, vivo como si viviera para siempre!
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Sí, gracias, doctor.
Jorge no quería llegar tarde al Auditorio, era un concierto que llevaba esperando años, así que mientras se iba acercando pensó "para dar el próximo paso, tengo que desconocerme a mí mismo, ¡quiero vivir como vivo, ésa es toda mi exageración!"

jueves, 26 de febrero de 2009

SESIÓN TREINTA Y UNA

JORGE: He visto un agujero en el diván, ¡es increíble!, podemos ver lo que no hay y escuchar lo que no nos han dicho...¡menos mal que no vivimos en nuestras propias manos!¿no le parece?
PSICOANALISTA: ¿Alguna mujer?
JORGE: ¡ja, ja,ja! ¿lo dice por lo del agujero? ¿cree que estoy esperando que una mujer me diga que me quiere? Pues así es, estaba pensando en una mujer, que no quiero nombrar, por ahora, porque nombrarla me genera un compromiso que todavía no tengo ¿sabe? Ya sé que usted diría que tal vez me gustaría tenerlo...pues sí, me gustaría que me amara...que se quisiera quedar a mi lado...no todo el tiempo, no quiero que seamos un par de tórtolos, quiero que seamos un hombre y una mujer que viven juntos porque quieren , lo necesitan y lo desean, pero eso sí, en plena libertad...no quiero ninguna exigencia...me refiero a ningún "deber ser", quiero que escribamos una historia inédita y si no es así...no es algo necesario para mí ni para ella, ambos conocemos el amor, ambos hemos estado casados, tenemos hijos que más que necesitar nuestra presencia necesitan un tiempo para crecer bajo otras miradas que las de los padres...ambos tenemos otros amores...la cuestión de la infidelidad la pongo del lado de ser infiel a nuestras propias viejas ideas...entre personas en libertad no se trata de infidelidad...la fidelidad o la infidelidad es para los perros, no para los humanos...los humanos vivimos en los pactos simbólicos...y la libertad no se pacta, hay parejas que pactan la libertad...¡ja,ja,ja! ¡vaya forma de declarar que van a hacer el amor con otros!..., ¡ además no es obligatorio. ¡Se sabe que son las frases las que producen celos! Los humanos somos tan exagerados...o no pactamos nada o pactamos todo...o no decimos nunca "te quiero" o lo decimos tantas veces que levantamos sospechas..."te quiero, te quiero... matar...devorar...ver con otro"... el deseo desea deseos...por eso deseamos que nuestra pareja desee a otros...que lo haga o no lo haga es diferente, pero habría que reconocer ese deseo como deseo propio de los humanos.
PSICOANALISTA: ¿Desear... o no desear?
JORGE: Sí, ya sé que siempre se desea, somos deseantes y es porque hablamos que somos deseantes, pero a veces creemos que desear es realizar y relizar es del orden del trabajo...tenemos miedo a desear porque pensamos que si deseamos se va a realizar inmediatamente ...pensamiento mágico...pensamiento sin incluir el trabajo...¡tantos prejuicios hemos mamado...! ..."piensa antes de hablar" ..."no hagas las cosas sin pensar"...etc...como si pensar fuera un hecho consciente....¡nunca dejamos de pensar, pero de manera inconsciente! ¿quién lo puede creer? Si los que lo sabemos no siempre nos pasa, me imagino que las personas que no tienen referencia alguna...¡no es fácil!...¡tampoco difícil! Transformarse o no transformarse...esa la cuestión, y sólo lo sabremos después...cuando nos hayamos transformado...parece complejo, incluso lo es, pero ¿acaso hay algo, para los humanos, que no sea complejo? No hay nada sin obstáculo, sin otros..., sin trabajo y sin las trabas de los sentimientos...sentir mentiroso..y sin estar afectados por los otros...¡Ja,ja,ja,! Hay películas que se titulan "los otros" y suelen ser los muertos...lo cual demuestra que somos afectados por los vivos, por los muertos y... por nuestros fantasmas. De hecho separarme de una mujer es fácil, pero separarme del fantasma que ella es para mí...no sé si lo lograré...en lugar de pensar la historia de mis separaciones, voy a comenzar a pensar la historia de mis relaciones...¿hay una historia de mi psicoanálisis? Según quién la escriba...si la escribo yo o la escribe usted...¿no es así, doctor?
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Por supuesto...por su puesto y por el mío, gracias.
Jorge se detuvo antes de salir y mirando al psicoanalista dijo: ayer tuve noticias, por un amigo, acerca de una conferencia que usted dará en viernes a las 19.00 h. ¿yo podría ir?
PSICOANALISTA: Y cómo quiere que yo lo sepa hoy...si me lo pregunta después del viernes, podré contestarle.
JORGE: Está bien, está bien, gracias por sus palabras, las tengo que pensar.
PSICOANALISTA: Continuamos la próxima
Jorge caminaba pensando "¿por qué le habré hecho esa pregunta a mi psicoanalista?... ¡he escuchado tantas frases sobre el psicoanálisis... que tengo que revisar!..., la pregunta la hice porque tenía un prejuicio, había escuchado que un psicoanalista y un paciente no se pueden encontrar fuera de sesión...yo sé que con mi psicoanalista se psicoanalizan psicoanalistas de su misma Escuela...quiero decir con el mismo psicoanalista...con mi prejuicio cada psicoanalista sería único... habría jerarquía entre el psicoanalista y el paciente...¡basta, Jorge, ya lo hablarás en la próxima sesión..., o no!."

martes, 24 de febrero de 2009

SESIÓN TREINTA

JORGE: Quiero decir...digo...que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha...todo lo que diga...o mejor dicho, según quien me escucha así hablo, así digo...¡qué importante es tener a quien hablar! bueno es una condición necesaria y primera, para poder hablar..., y más si el que habla sabe que el que escucha distingue entre lo dicho, lo no dicho, lo dicho no y lo indecible...,es curioso esto del decir ...esto del dicho...está lo que se dice, lo dicho, el texto manifiesto, necesita abrirse para saber qué dice...abrirse cadenas de palabras que avancen y retrocedan hasta volver a lo dicho...está lo "no dicho" , lo no dicho porque está reprimido, cadenas significantes que funcionan sin que yo sepa de ellas, pero que no dejan de hacer ruido...cuando interrumpen la coherencia de una frase, cuando desencadenan la cadena, cuando se repite una palabra...lo dicho, lo no dicho..., lo dicho no, lo made en el inconsciente, lo "no dicho", lo negado, verdad negada verdad confesada, "no vaya usted a creer que la mujer de mi sueño es mi madre", o "no vaya usted a creer que mi madre es la mujer de mis sueños", ¡ja, ja, ja! , una forma de decir lo "reprimido" sin que deje de ser reprimido para el que lo dice...parece que le estoy dando una lección...bueno, como es sobre algo que usted sabe más...será que quiero que usted me apruebe, me aplauda, ¡vamos, una forma de decirle que deseo lo que usted desea!...¿tal vez está prohibido desear lo que otro desea o es algo necesario e inevitable?...¿está prohibido desear la mujer de tu prójimo o la mujer del padre?...pero usted no es mi padre es mi psicoanalista...y no deseo a su mujer...si la tuviera...deseo estudiar psicoanálisis y el psicoanálisis no es de nadie...yo siempre he hecho incursiones en otros saberes que los que me indicaban en mi especialidad...además quién dice que no hace a mi profesión..., yo me lo guiso yo me lo como, no es algo que el mundo no me permite, ni algo que usted no me permita...hay cuestiones que nuestra manera de pensar no nos permite...porque usted me permite estudiar...¿no es así?
PSICOANALISTA: Si usted necesita mi permiso...no debe ser para algo que ya está haciendo.
JORGE: Parece que no lo he necesitado porque ya lo hago... ¿y qué permiso le estaré pidiendo...me estaré pidiendo? No quiero otra sesión...no, no y no...lo dicho no...¡qué manera de quedar atrapado por mi propio deseo!
PSICOANALISTA: No habrá, por ahora, otra sesión...hablaremos de ello...en un año, si le parece.
JORGE: Gracias, doctor, necesitaba un límite, sé que usted lo ha hecho porque en mi discurso estaba todo mezclado..no discrimino lo que tengo...todavía no sé contar hasta cuatro y ya quiero cinco...sin embargo los límites me ponen furioso...siento un poco de odio hacia usted...digo un poco porque decir odio y hacia usted es algo que no tolero..., menos mal que sé que usted lo tolera...no es hacia usted sino hacia los límites...los límites de un país hacen al país, mis límites también me hacen a mí..., es la primera vez que me doy cuenta, que puedo contar el número de mis sesiones...cuatro...cuatro...cuatro...
PSICOANALISTA: ¿Siempre exagera o sólo le pasa con las cifras?
JORGE: Sí, parecían 444, a veces me dicen que soy exagerado...cuando enseñaba algo a alguno de mis hijos...hasta que no aprendían algo no podía parar...lo importante es tener alguien que te enseñe, esa es la única manera de aprender...así como para hablar lo importantes es tener alguien que te escuche...no me he curado por hablar sino porque tenía alguien a quien hablar...como mis hijos aprendían porque tenían alguien que les podía enseñar...es difícil salirse de ese lugar opaco, ese lugar de sujeto supuesto saber...esa forma tan académica, tan universitaria, como si el saber tuviera propietarios, cuando sólo tenemos el saber que previamente se nos atribuye o atribuimos...no es mejor tener cinco sesiones sino la posibilidad de llegar a tenerlas...
PSICOANALISTA: ¿Tener o no tener?
JORGE: ¡Cuántas veces decimos tener o no tener! , las sesiones se hacen no se tienen, los hijos se hacen no se tienen...el tiempo se hace no se tiene...el amor se hace no se tiene...es la diferencia entre pensar cualquier cuestión con trabajo o pensarlo con pensamiento mágico...muchas veces porque sabemos una cosa ya creemos que sabemos hacerla y no es así, saber hacer es otra cuestión...una cosa es esto que estoy diciendo que muestra que lo sé y otra cosa es que esto se haga carne en mí, dejar aprender...dejar hablar...dejar aprender a hacer...a veces me admiran esos maestros que no corrigen en medio de la acción de aprender...parece fácil...lo fácil y lo evidente...también lleva un trabajo para que lo fácil sea fácil y lo evidente sea evidente...estamos tan mal acostumbrados, tan mal enseñados...estamos en los carriles de un idealismo que sólo nos lleva a la inoperancia...tenemos ideas sobre todo...sobre el amor...sobre el trabajar...y los conocimientos no son sino prejuicios, juicios previos al acto de saber hacer...saber sin saber consciente..., esa idea de animal racional nos condena a una censura que nos conduce al absurdo y al ridículo...y a los sentimientos patéticos: el temor y la compasión, el deseo en forma de temor...temo...deseo...y la compasión, una pasión compartida, una idenfificación al que padece....no sé...tal vez este siglo tampoco conozcamos nada del hombre y de la mujer...quiero decir que sólo algunos llegaremos a vislumbrarlo pero no llegaremos a gozar de ello...¡no me importa! ¡gozaré de lo que me sea dado llegar con el pensamiento!, sabiendo que algún día será el pan de cada día, que llegará a ser un vivir cotidiano...ahora vivimos en el concepto de gravedad como si la humanidad lo hubiera hecho desde siempre...algún día se vivirá en el concepto de inconsciente como si fuera desde siempre...¡las cosas nunca son desde siempre y tampoco para siempre!
PSICOANALISTA: Continuamos la próxima.
JORGE: Gracias, continuamos la próxima.
Jorge cuando salía se cruzó con una paciente, saludó sin obtener saludo alguno, sólo una mirada de reprobación, y se fue caminando y pensando "crecer es tolerar la existencia de otros, como paciente tengo mayores y menores...y tal vez iguales...ésos me parecen más semejantes...ésos me cuesta más tolerarlos...¡qué afán de ser únicos! ¡tenemos el romanticismo metido hasta las cenizas!"

lunes, 23 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTINUEVE

JORGE: Los miserables hace veinte siglos que están en rebelión y todavía no pasó nada, me parece que se tendrían que rebelar los sabios...pero los sabios no tienen ilusiones tienen deseos, no sé hacia donde va el mundo...a veces su cotización sube hasta alturas que nadie esperaba...pero entre los humanos todo es muy fálico, todo lo que sube decae...somos como esos relojes blandos de Dalí...que parecen...sé que estoy hablando del mío, de la rebelión de los impotentes...¿sería mejor la rebelión de los potentes?...si la potencia no fuera tan vanagloriada la caída sería otra forma de potencia...pero quién va a renunciar a la juventud de la piel aunque sepamos que la juventud adviene con el saber, quién va a renunciar a brillar de manera individual aunque sepamos que la inteligencia no es un hecho solitario...
PSICOANALISTA: ¿Tal vez preferiría poder solo?
JORGE: Si digo que no, mentiría, pero también sé que es imposible..., así que mejor que sea con usted...aunque me asusta que sea vulnerable, frágil, mortal...
PSICOANALISTA: También tengo mi fortaleza...
JORGE: Sí, ya lo sé, su fortaleza es el psicoanálisis, su fuerza y su castillo, nunca he conocido a nadie que tenga una relación como la suya con el psicoanálisis...a mí me gustaría tener esa potencia que se ve en usted...está seguro del psicoanálisis...tal vez si creyera, si estuviera seguro de que la mujer desea...pero siempre dudo...y no sé porqué...no creerlo sería injusto con la mujer...es un ser humano, seguro que desea...y si el deseo desea deseos u objetos nunca sidos, quiero decir objetos fantasmáticos, objetos previamente deseados..., ¿tal vez no dejo que ella desee mi deseo? ¿no tolero que ame en mí, otros amores? ¿no tolero pertenecer a esa serie de amores? Soy celoso del pasado....ahora entiendo una frase que escuché en una película, una película muy instructiva en estas cuestiones del amor, se titula ¿infidelidad?, y un personaje decía: "lo que se traiciona en el amor es el pasado"
PSICOANALISTA: ¡Traicionar su propio pasado!
JORGE: Sí, eso es lo peor, ¡ser otro cada vez!, en esa misma película otro personaje decía: "en el sexo las reglas que hay que saltarse son nuestras propias reglas"
PSICOANALISTA: Tal vez para analizarse también, ¿no le parece?
JORGE; Sí, y para trabajar, para pintar...es increíble lo de pintar...yo siempre había creído que se nacía pintor...vamos que el artista nacía que no se hacía...¡ja,ja! saltarme esa regla me permitió anotarme en un taller de pintura....y a mi edad...según en qué teoría vivas, en qué ideología, así es tu vida...¡tengo tantas ideas que trabajar!...tengo que atentar contra mí mismo...primero tengo que averiguar qué pienso...sobre el sexo, sobre el arte, sobre el trabajo, sobre la amistad...sobre el psicoanálisis mismo...sobre los hombres, sobre las mujeres....sobre la juventud, sobre la vejez...¿qué es vivir? ¿qué es morir? ¿qué es terminar?
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Después de esta "larga" lista tengo más que suficiente, gracias, doctor, por atenderme.
Jorge más que caminar paseaba lentamente calle abajo, cuando pensó "dejaré que el horror me corroa para poder comenzar a conversar, ¡mi psicoanalista no le teme a las palabras, no le teme a las transformaciones...sabe que más allá del hombre sólo hay otro hombre"

domingo, 22 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTIOCHO

JORGE: Parece que el tiempo no pasa, ¿será porque se queda? Se queda entre nosotros..., los humanos...., ¡esos futuros cadáveres! A veces me da una alegría malsana y otras paraliza en mí hasta ... quiero decir que entro en guerra con todos y con todo, no sé, me pregunto cómo cada pequeño gran hombre encuentra una manera de sobrevivir..., para todos hay un destino, todas son vidas, hay tantas vidas como personas, tantas realidades como narices..., ¡qué narices!, entramos en la tristeza o en el dolor de existir por una frase, como en cualquier sentimiento, los celos mismos..., una vez ví como mi mujer se besaba con mi mejor amigo..., después resultó que no era ella y tampoco era él, sin embargo lo que más me había llamado la atención es que la escena me había excitado..., otro día mi mujer dijo algo acerca de lo bien que jugaba al golf ese mismo amigo y me dio una punzada al corazón, llegué a creer que me iba a dar un infarto, después pensé que eran celos y se me fue pasando, sin embargo todavía hoy cuando lo recuerdo me da un pequeño temblor...¡el poder de las frases! ¿no le parece doctor?
PSICOANALISTA: A mí me parece que las frases no se dicen solas.
JORGE: ¿Quiere decir que nos afectan las personas no las frases? Incluso si no habla, la presencia de una persona produce en otra un cierto temblor, un no saber quién es quién, no sabemos si el otro es yo o yo soy el otro, en realidad cuando habla me empiezo a tranquilizar...
PSICOANALISTA: ¿Le parece que se inquieta más cuando no hablo que cuando hablo?
JORGE: ¡Ése es un buen ejemplo!, usted me inquieta siempre o no me inquieta nunca, quiero decir que hay sesiones en las que estoy sumergido en una inquietud y una zozobra que parecen interminables y sin darme cuenta paso a otro estado, en cambio hay otras en que no me pasa nada, me parece incluso más fácil estar con usted que con un amigo y de pronto me encuentro perdido y me vuelvo a encontrar de manera sucesiva..., tal vez sean estados por los que paso sin darme cuenta y en sesión se hacen palpables..., me gustan las sesiones porque es como si estuviera ante mi propia presencia, ¡no es fácil! Sólo el dolor, el displacer, el malestar o algo parecido me hace... sentirme, mientras que aquí sólo necesito estar en su presencia...¿es mi presencia o es su presencia? Tal vez necesitemos la presencia de otro para sentir la propia...el otro nos hace temblar porque su presencia nos recuerda nuestra presencia...y nuestra futura ausencia...¡ah, la próxima semana tengo un viaje de trabajo! ¿Me podrá cambiar...la sesión?
PSICOANALISTA: Me parece que me ha dicho que si le cambio la sesión será como cambiarle a usted, seguramente me haría una escena de celos, algo que no es necesario, así que mejor hacemos las sesiones como se han producido...en su ausencia.
JORGE: ¡Ja, ja,ja! ¡Me da una alegría incomprensible, casi soy feliz! Debe ser el efecto de haber sido escuchado, estuve dudando entre decir que viajaba o hacerlo y no avisar, entre avisar cuando estuviera viajando o hacer las sesiones por teléfono, fui descartando cada una de ellas sin llegar a ninguna decisión, también pensé en decirle que nos veíamos la semana siguiente y pagar sin más las sesiones acordadas...me produce un placer inédito...que se haya producido de esta manera...además se dice que la ausencia es la forma más fuerte de la presencia, porque tienes que presentificar la ausencia, ¿pensará en mí?, en cambio en presencia lo que acontece es la ausentificación de la presencia...quiero decir que presencia y ausencia están en el mismo nivel...¿y por qué me ha dicho ausencia y no falta? ¿Voy a estar ausente o voy a faltar? La que podría faltar es mi sesión, usted podría faltar yo sólo puedo estar ausente, bueno si cuando usted falta yo acepto tener sesión sería una ausencia, pero si acepto cambiar el horario...son formas de aprender a relacionarse con la realidad...La falta es una falta simbólica, es en un orden simbólico, en una serie de números podemos observar si falta uno de ellos...no está ausente...falta....mientras que en una clase si falta el profesor en realidad está ausente..., porque el lugar del profesor no falta..., sólo falta la persona que ocupa la función...es como un padre...el padre nunca falta...todos somos hijos de padre y madre...aunque haya muerto...no falta...ya sé que se usan de manera semejante...pero no es lo mismo...ahora que no voy a faltar a mis sesiones sino que sólo voy a estar ausente...cuando algo falta el registro está ausente...en cambio en la ausencia no falta el registro.
PSICOANALISTA: Podemos continuar la próxima
JORGE: Gracias doctor, podemos continuar la próxima.
Jorge caminaba pensando "dice más de mí donde no estoy que donde estoy, como cuando vemos a alguien donde no le corresponde estar, enseguida sospechamos, si es un hombre o una mujer, probablemtne sospechamos de infidelidad. ¿Pensaré que mi viaje es una infidelidad a mi psicoanálisis o a mi psicoanalista?"

viernes, 20 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTISIETE

JORGE: Estoy un poco mudo, quiero decir que hoy tengo miedo a las palabras que puedan salir por mi boca, ¡ja,ja! digo salir como si estuvieran dentro..., soy una fábrica de palabras, las palabras se hacen cuando se pronuncian...tenemos tantas opiniones, estamos sitiados por ellas, somos prisioneros de la palabra y eso nos da libertad, pero a veces somos prisioneros de nuestros sentimientos, de nuestros miedos, de nuestras pasiones...seguro que hablo de esto porque hoy quisiera hablar para los hombres y las mujeres futuros, para aquellos que algún día...dentro de doscientos años no estaremos aquí sobre la tierra ninguno de los que hoy estamos...esta cifra doscientos me hace pensar en un chiste, uno dice: mejor no haber nacido tal, y otro contesta: pero eso sólo ocurre una vez de cada doscientas...no tiene gracia cuando es uno el protagonista...también está el chiste histórico de vivir doscientos años...eso sí que me haría famoso, querrían saber todo sobre mí...pensar que sería más célebre que...bueno célebre no es lo mismo que famoso, la fama arrasa la memoria, la celebridad la asegura...
PSICOANALISTA: ¿Ser un caso escrito o un caso hablado?
JORGE: Un caso hablado no puedo ser, está el secreto profesional, pero supongamos que yo le diera permiso para hablar de mi caso..., sería yo el que le haría famoso a usted...¿o célebre?...si escribiera mi caso y fuera un gran escritor...porque la celebridad no sería por el contenido solamente...claro que...en ningún caso sería yo el protagonista...caso, caso, caso, casarse o no casarse, nadie me hace caso, me refiero a ninguna mujer, porque todas dicen que me aman pero ninguna me lo muestra... todas me exigen que me comporte de una manera determinada, que esté a su disposición..., si digo algo que no les agrada me recompensan con varios castigos, en cambio ellas pueden maltratarme, ofenderme, negarse a hacer el amor...si yo me negase...ni se me ocurre, sé que sería una catástrofe, que se vengarían hasta el infinito...¿no lo estaré diciendo porque usted me cambió la hora la sesión pasada?
PSICOANALISTA: Si a usted le parece...
JORGE: Nunca pensé que yo fuera tan vengativo, bueno...muchas veves me encuentro pensando que si hago tal cosa pasaría tal otra, y siempre se refiere a ganar a alguien en alguna competencia, en algo conseguido...lo que me gusta es ganar a todo el mundo...¡no tolero ni ser adelantado en la carretera!...por eso me he comprado uno de los coches más potentes y rápidos del mercado...y cuando disminuyo la velocidad miro al que me adelanta con cara de "perdona vidas", ¡soy un estúpido!
PSICOANALISTA: ¿Tal vez prefiere ser estúpido que vengativo?
JORGE: Vengativo...como Hamlet...parecía que no podía vengarse y al final no deja a nadie vivo..para Freud Hamlet tiene las mismas raíces que Edipo rey , dice que mientras en Edipo son deseos que se realizan como en el sueño, en Hamlet son deseos reprimidos, sólo se pueden ver por su acción en la realidad, por eso que los estudios, que se han hecho sobre él, están muy limitados, desde el de Goethe que habla de la palidez de su pensamiento, piensa que la actividad está dominada por un desarrollo excesivo de pensamiento , pero en realidad no puede vengarse de un hombre, su tío Claudio, que ha matado a su padre y se ha casado con su madre, el horror que debería impulsarlo a la venganza, le lleva a los remordimientos y a los escrúpulos de conciencia. En mí la venganza es lo excesivo...ahí se muestra mi neurosis, usted no faltó simplemente me cambió el horario, sin embargo mis impulsos vengativos se pusieron en marcha...ahora me siento culpable...culpable de existir...como Hamlet soy culpable de ser, "ser o no ser, esa es la cuestión. Es una noble señal sufrir las huellas golpeantes de la injusta fortuna o rebelarme contra esa multitud de males. Morir, dormir, nada más. Es por ese sueño decir que ponemos término a las angustias del corazón , y a esa multitud de llagas y de dolor." ¿Mis sentimientos serán acaso pura dramatización? A veces más que sentimientos padezco de la idea de tenerlos..., pienso..ahora tendría que sentir celos,...ahora dolor...ahora amor...la verdad es que mis sentimientos son más mentales que sentimentales...las mujeres me acusan de "indiferente" y lo dicen con un tono que da a entender algo diferente...unas veces me parece que dicen "despectivo", otras me parece que dicen "cruel", pero yo no siento nada...bueno desde que he comenzado a analizarme tengo algunas sensaciones corporales, como ráfagas de felicidad...tal vez yo era el espectro de mi padre...todavía vivo buscando venganza...de haber nacido hombre.
PSICOANALISTA: ¡Hombre!
JORGE: No vaya a creer que lo digo porque me hubiera gustado más nacer mujer, eso no me importa, me refiero a haber nacido humano...,de joven pensaba...¿y si hubiera nacido caballo? ¿y si hormiga? ¿y si elefante, león, hipopótamo, árbol, pájaro, pez,..? Incluso llegué a pensar que era un personaje del sueño de otro...o bien, que era yo el que estaba soñando y todo, incluido yo, éramos de pasta onírica...no me diga nada...ya sé que estaría huyendo de ser mortal...todo esto debe ser porque el día que usted me cambió la hora firmé un nuevo contrato que me reportará una considerable cantidad de dinero... y también... me anoté en un taller de pintura...eso me hace temblar, ¡qué emoción me produce! Como puede ver, el hueco de su ausencia fue muy productivo.
PSICOANALISTA: Continuamos la próxima.
JORGE: Continuamos la próxima, doctor, gracias.
Jorge caminaba lentamente, cuando escuchó una noticia sobre el juez Garzón, estaba hospitalizado, ¿un infarto? ¿hipertensión?, y pensó "un hombre como el juez, y muchos otros, tan poderosos como él, y desconocen el poder del psicoanálisis en casos como éste. Lleva una investigación con más de 37 implicados, son muchos enemigos, ¡casi se le rompe el corazón!, ¿habrá descubierto en la trama a algún amigo?. ¡menos mal que mi psicoanalista se psicoanaliza! "

jueves, 19 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTISÉIS

JORGE: El amor es de tal naturaleza, que transforma al hombre en aquella cosa que éste ama. Al hombre y a la mujer..., tengo una amiga que cambia de novio cada seis y con cada novio se transforma en él, ama lo que él ama, desea lo que él desea y hasta necesita lo que él necesita, hasta ahora ha aprendido dos deportes y tres idiomas, porque también le ocurre que se enamora de extranjeros..., le he dicho que tendría que analizarse, lo digo porque ahora se ha enamorado de un drogadicto, borracho y sin trabajo...es algo significante...mi amiga tiene cerca de 50 años, es ingeniera, trabaja en una empresa que hasta la crisis era muy grande pero ahora está a punto de la quiebra, tal vez tenga que entrar en estado de jubilación, ¡la tercera edad, ya no es lo que era! Ella dice, "mi próximo paso, jubilada, sin nada que hacer, algo muy peligroso para mí, si no haces nada le puedes dar a cualquier cosa"...y elige un hombre drogadicto, bebedor y sin trabajo...tal vez la elección está sobredeterminada, así es mi posición así elijo...bueno no hay que cuidarse de los demás...hay que cuidarse de uno mismo.
PSICOANALISTA: Sospechar es buscar y el que busca...a veces encuentra.
JORGE: ¿Que no es cuidarse de uno mismo sino cuidarse a uno mismo? La cuestión es qué es cuidarse, cómo cuidarse..., no es someterse al orden médico y hacerse revisar hasta los músculos...no es hacer del deseo de comer un ritual y sus consecuentes remordimientos..., no es ningún cumplimiento y sus subsiguientes incumplimientos...tal vez cuidarse es hablar y hablando algo de uno habla entre las palabras, en las vacilaciones, en las repeticiones...tal vez prestando más atención...aunque eso sería autoanalizarse y la existencia del inconsciente lo impide, creo que voy a seguir analizándome con un psicoanalista, es más fácil y más barato...Freud dice que lo más costoso es la locura y la tontería. Por eso que todo lo que se consigue con dinero es siempre muy barato...el dinero no sólo sirve para comprar también sirve para pagar lo que otros hacen por nosotros, cancela la deuda real y la transforma en deuda simbólica...¿no estaré hablando de su dinero, me refiero al dinero que le pago por su trabajo?
PSICOANALISTA: Si usted lo dice...
JORGE: Ayer estuve viendo Macbeth, me di cuenta que todo transcurre en una semana, como si fuera una censura, habría sido más verosímil si hubiera sido atemporal, cómo puede transformarse un ambicioso indeciso en un furioso desenfrenado y una instigadora, fuerte como el acero, en una enferma destrozada por los remordimientos , me llamó la atención que fuera él quien tuviera la alucinación del puñal antes del crimen y es ella después la que sucumbe a la demencia; después del crimen oyó él una voz que gritaba: "Macbeth mata el sueño y no dormirá más", sin embargo no se nos dice que no duerma y es ella la que deambula sonámbula, delatando su culpa; él mirando sus manos ensangrentadas se lamenta de que todo el océano del gran Neptuno no bastara para quitar aquella sangre de su mano y sin embargo es ella la que frota incansable sus manos, sin lograr verlas nunca límpias de sangre: "Todos los perfumes de Arabia no desinfectarían esta mano". Ella se convierte en el remordimiento tras el crimen y él en la obstinación desafiante, dos posibilidades de la reacción ante el delito, como si fueran una única individualidad psíquica...¿no estaré hablando de mi análisis?
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: ¿No quiere saber quién es ella y quién es él?
PSICOANALISTA: Tengo entendido que aquí el que se analiza es usted.
JORGE: Quiere decir que yo soy los dos...yo soy la individualidad psíquica...a veces tengo remordimientos pretéritos, por no haber comenzado antes mi análisis, y otras me obstino y desafío al destino: "Debiera haber muerto ya, pero el tiempo lo tenía decidido de otro modo" . Gracias, doctor, hasta la próxima.
Jorge caminaba pensando "vaya sesión que le he dado, bueno habrá pacientes peores, ¡ja,ja,ja, que le he dado, como si hubiera sido yo el que le ha dado la sesión a mi psicoanalista, ¡qué graciosos que somos los pacientes!"

miércoles, 18 de febrero de 2009

AUTOBIOGRAFÍA. SIGMUND FREUD. QUINTA PARTE

IV Las teorías de la resistencia y de la represión de lo inconsciente, de la significación etiológica de la vida sexual y de la importancia de los sucesos infantiles son los elementos principales del edificio teórico psicoanalítico. Lamento no haber podido descubrirlos aquí sino por separado, sin entrar en su composición y relación; pero es ya tiempo de que dediquemos atención a las modificaciones que poco a poco han ido introduciéndose en la técnica del procedimiento analítico. El vencimiento de la resistencia por medio de la presión ejercida sobre el enfermo fue un primer método indispensable para proporcionar al médico una orientación en la materia; pero a la larga se hacía demasiado penoso, tanto para el médico como para el enfermo, y no parecía libre de ciertos graves defectos. Hubimos, pues, de sustituirlo por otro método, contrario en cierto sentido. En lugar de llevar al paciente a manifestar algo relacionado con un tema determinado, le invitamos ahora a abandonarse a la asociación libre, esto es a manifestar todo aquello que acuda a su pensamiento, absteniéndose de toda represión final consciente. Ahora bien: el paciente tiene que obligarse a comunicar realmente todo lo que su autopercepción le ofrezca, sin ceder a las objeciones críticas que tienden a rechazar algunas de sus ocurrencias por carecer de importancia, de conexión con el tema tratado o de todo sentido. Esta absoluta sinceridad del paciente es condición indispensable de la cura analítica. Puede parecer extraño que este procedimiento de la asociación libre, con observancia de la regla fundamental psicoanalítica, diera el rendimiento que de él se esperaba, llevando a la conciencia los elementos reprimidos mantenidos lejos de ella por las resistencias. Pero hemos de tener en cuenta que la asociación libre no entraña realmente una completa libertad. El paciente permanece bajo la influencia de la situación analítica, aun cuando no dirija su actividad mental hacia un tema determinado. Tenemos derecho a suponer que no se le ocurrirá nada que no se halle relacionado con dicha situación. Su resistencia contra la reproducción de lo reprimido se manifestará ahora en dos formas distintas. Ante todo, por aquellas objeciones críticas a las que responde la regla psicoanalítica fundamental; pero si el enfermo logra dominar tales objeciones siguiendo dicha descripción, la resistencia adoptará una segunda forma, consiguiendo que las ocurrencias del paciente no contengan jamás lo reprimido, sino sólo algo como una alusión a ello, y cuanto mayor sea la resistencia, más se alejará la ocurrencia sustitutiva comunicada de los elementos reprimidos buscados. El analítico que escucha recogidamente, pero sin esforzarse, al enfermo puede entonces utilizar en dos formas distintas el material que el mismo le proporciona. Puede, en efecto, conseguir, dada una resistencia no demasiado intensa, adivinar por las ocurrencias del enfermo los elementos reprimidos, y puede también, cuando se trata de una resistencia más enérgica, deducir de las ocurrencias, que parecen alejarse del tema, la naturaleza de dicha resistencia misma, naturaleza que descubrirá entonces al paciente. Este descubrimiento de la resistencia es el primer paso para su vencimiento. Tenemos, pues, dentro del cuadro de la labor analítica, un arte de interpretación, cuyo acertado empleo requiere tacto y costumbre, pero que no es difícil de aprender. El método de la asociación libre presenta grandes ventajas con respecto al anterior, aparte de resultar menos penoso. Impone, en efecto, al analizado una violencia mínima, no pierde jamás el contacto con la realidad presente y ofrece amplias garantías de que en ningún momento puede perder el médico de vista la estructura de la neurosis o integrar en ella algo que no le pertenece. En él se abandona casi por completo al paciente la función de determinar la marcha del análisis y la ordenación de la materia, razón por la cual se hace imposible la elaboración sistemática y aislada de los diversos síntomas y complejos. En oposición a lo que sucede en los métodos hipnóticos o sugestivos, el médico averigua cosas íntimamente enlazadas entre sí en diversos momentos y lugares del tratamiento. Para un espectador -inadmisible en las sesiones de tratamiento- representaría la cura analítica un aspecto totalmente incomprensible. Otra de las ventajas del método es que, en realidad, no puede fallar nunca. Teóricamente tiene que ser siempre posible al enfermo producir una ocurrencia, dado que no se fija ni limita en absoluto la naturaleza de la misma. Sin embargo, esta falta de ocurrencia se presenta siempre en un caso determinado; pero precisamente por tratarse de un caso aislado, resulta también fácilmente interpretable. Llegamos ahora a la descripción de un factor que añade al cuadro del psicoanálisis un rasgo esencial e integra, tanto técnica como teóricamente, la mayor importancia. En todo tratamiento analítico se establece sin intervención alguna del médico una intensa relación sentimental del paciente con la persona del analista, inexplicable por ninguna circunstancia real. Esta relación puede ser positiva o negativa y varía desde el enamoramiento más apasionado y sensual hasta la rebelión y el odio más extremo. Tal fenómeno, al que abreviadamente damos el nombre de «transferencia», sustituye pronto en el paciente el deseo de curación e integra, mientras se limita a ser cariñoso y mesurado, toda la influencia médica, constituyendo el verdadero motor de la labor analítica. Más tarde, cuando se hace apasionado o se transforma en hostilidad, llega a constituir el instrumento principal de la resistencia, y entonces cesan, en absoluto, las ocurrencias del enfermo, poniendo en peligro el resultado del tratamiento. Pero sería insensato querer eludir este fenómeno. Sin la transferencia no hay análisis posible. No debe creerse que el análisis crea la transferencia y que ésta sólo aparece en él. Por el contrario, el análisis se limita a revelar la transferencia y a aislarla. Trátase de un fenómeno generalmente humano que decide el éxito de toda influencia médica, y domina, en general, las relaciones de una persona con las que le rodean. Fácilmente se descubre en él el mismo factor dinámico al que los hipnotizadores han dado el nombre de «sugestibilidad», factor que entraña el rapport hipnótico, y cuya falta de garantías constituía el defecto del método catártico. En los casos en que esta tendencia a la transferencia sentimental falta o ha llegado a ser totalmente negativa, como en la demencia precoz y en la paranoia, desaparece también la posibilidad de ejercer una influencia psíquica sobre el enfermo. Es indudable que también el psicoanálisis labora por medio de la sugestión, como todos los demás métodos psicoterápicos. Pero se diferencia de ellos en que no abandona la decisión del resultado terapéutico a la sugestión o a la transferencia. Por el contrario, es utilizada para mover al enfermo a realizar una labor psíquica -el vencimiento de sus resistencias de transferencia-, labor que significa una duradera modificación de su economía anímica. La transferencia es hecha consciente al enfermo por el analista y queda suprimida, convenciéndole de que en su conducta de transferencia vive de nuevo relaciones sentimentales que proceden de sus más tempranas cargas de objeto realizadas en el período reprimido de su niñez. Por medio de esta labor pasa la transferencia a constituir el mejor instrumento de la cura analítica, después de haber sido el arma más importante de la resistencia. Su aprovechamiento y manejo constituye, de todos modos, la parte más difícil e importante de la técnica analítica. Con ayuda del procedimiento de la asociación libre y del arte de interpretación a él correspondiente consiguió el psicoanálisis algo que no parecía muy importante desde el punto de vista práctico, pero que en realidad lo condujo a una situación y significación completamente nuevas en los dominios científicos. Se hizo posible demostrar que los sueños poseen un sentido y adivinar éste. Los sueños fueron considerados en la antigüedad clásica como profecías pero la ciencia moderna no quería saber nada de ellos, los abandonaba a la superstición y los declaraba un acto simplemente «somático», una especie de contracción de la vida anímica dormida. Parecía totalmente imposible que alguien que hubiera llevado a cabo un serio trabajo científico pudiera surgir luego como «onirocrítico». Pero desechando una tal ordenación de los sueños tratándolos como un incomprendido síntoma neurótico o como una idea delirante u obsesiva, prescindiendo de su contenido aparente y haciendo objeto de la asociación libre a cada uno de sus diversos cuadros, llegamos a un resultado totalmente distinto. Las numerosas ocurrencias del sujeto del sueño nos llevaron, en efecto, al conocimiento de un producto mental que no podía ya ser calificado de absurdo ni de confuso, producto que equivalía a un rendimiento psíquico completo y del cual no constituía el sueño manifiesto sino una traducción deformada, abreviada y mal interpretada, compuesta generalmente de imágenes visuales. Estas ideas latentes del sueño contenían el sentido mismo, no siendo el contenido manifiesto del sueño sino un engaño, una fachada, que podía ser enlazada con la asociación, pero no con la interpretación. Planteábase así toda una serie de problemas, entre los cuales los más importantes se referían a la existencia de un motivo de la formación de los sueños, a las condiciones en las que la misma se desarrollaba y a los caminos que conducían desde las ideas latentes del sueño, plenas de sentido, al sueño mismo, con frecuencia totalmente insensato. En mi obra 'La interpretación de los sueños' publicada en 1900, he intentado resolver todos estos problemas. Aquí no me cabe dar tales investigaciones. Si examinamos las ideas latentes que el análisis del sueño nos ha revelado encontramos una que resalta decididamente entre las demás, razonables y conocidas por el sujeto. Estas otras ideas son restos de la vida despierta (restos diurnos). En cambio en la idea aislada reconocemos un impulso optativo, muy repulsivo a veces, ajeno a la vida despierta del soñador, el cual niega con asombro o indignación haberlo abrigado nunca. Este impulso es el que ha provocado el sueño, ofreciendo la energía necesaria para su producción y sirviéndose del material constituido por los restos diurnos. El sueño así surgido presenta una situación que integra la satisfacción de tal impulso, constituyendo una realización de deseos. Este proceso no hubiera sido posible si no hubiese habido algo favorable a él en la naturaleza del estado de reposo. La condición psíquica del estado de reposo es la obediencia del yo al deseo de dormir y la sustracción de las cargas de todos los intereses vitales. Dada la simultánea oclusión de los accesos a la motilidad, puede el yo disminuir el esfuerzo, con el que en toda otra ocasión mantiene las represiones. Esta negligencia nocturna de la represión es aprovechada por el impulso inconsciente para llegar a la conciencia por medio del sueño. La resistencia de represión del yo no queda, sin embargo, suprimida durante el estado de reposo, sino simplemente disminuida, y una parte de ella queda en pie, como censura onírica, y prohíbe al impulso optativo inconsciente manifestarse en la forma que le es propia. A causa de la severidad de la censura onírica tiene que presentarse las ideas oníricas latentes a modificaciones y debilitaciones, que disfrazan por completo el prohibido sentido del sueño. Queda explicada así la deformación onírica, a la que debe el sueño manifiesto sus más singulares caracteres. Podemos, pues, decir justificadamente que el sueño es la realización (disfrazada) de un deseo (reprimido), y vemos que se halla construido como un síntoma neurótico, siendo el producto de una transacción entre las aspiraciones de un impulso instintivo reprimido y la resistencia de un poder del yo, que ejerce la censura. A consecuencia de esta identidad de génesis resulta tan incomprensible como el síntoma, y precisa, como él, de una interpretación. No es difícil hallar la función general del sueño. Sirve para anular aquellos estímulos exteriores o interiores que harían despertar al sujeto, protegiendo así el estado de reposo contra tales perturbaciones. El estímulo exterior queda rechazado por medio de una transformación de su sentido y por su inclusión en una cualquiera situación inocente. En cambio, el estímulo interior de la aspiración instintiva es admitido por el durmiente, el cual le permite llegar a la satisfacción por medio de la formación de un sueño siempre que las ideas latentes no intenten eludir la censura. Pero cuando surge tal peligro y el sueño se hace demasiado preciso, lo interrumpe el durmiente, despertando asustado (sueño de angustia). Este mismo fallo de la función onírica surge cuando el estímulo exterior se hace tan intenso que no puede ser ya rechazado. El proceso que transforma con la colaboración de la censura las ideas latentes en el contenido manifiesto ha sido denominado por mí elaboración onírica, y consiste en una elaboración especial del material ideológico preconsciente, por lo cual quedan condensados los componentes de dicho material, desplazados sus acentos psíquicos, transformado su conjunto en imágenes visuales, o sea, dramatizado, y completado por una elaboración secundaria, que lo hace irreconocible. La elaboración onírica es un excelente ejemplo de los procesos que se desarrollan en los más profundos estratos inconscientes de la vida anímica, procesos que se diferencian considerablemente de los procesos intelectuales normales que nos son conocidos. Tal elaboración presenta también una serie de rasgos arcaicos; por ejemplo, el empleo de un simbolismo predominantemente sexual, que ya hemos hallado exento de este carácter en otros dominios de la actividad espiritual. La conexión del impulso instintivo inconsciente del sueño con un resto diurno da al sueño por él provocado un doble valor para la labor analítica. La interpretación muestra, en efecto, que, además de constituir la realización de un deseo reprimido, puede el sueño haber continuado la actividad mental preconsciente diurna e integrar otro contenido cualquiera, dando expresión a un propósito, a una advertencia, a una reflexión o nuevamente a una realización de deseos. El análisis lo utiliza en ambos sentidos, tanto para el conocimiento de los procesos conscientes del analizado como de sus procesos inconscientes, y aprovecha asimismo la circunstancia de que el sueño logra el acceso a los elementos olvidados de la vida infantil para vencer la amnesia infantil por medio de la interpretación onírica. El sueño lleva aquí a cabo una parte de la función que antes encomendábamos al hipnotismo. En cambio, no he hecho jamás la afirmación que con frecuencia se me atribuye de que la interpretación onírica demostraba que todos los sueños poseen un contenido sexual o se refieren a energías instintivas sexuales. Es fácil observar que el hambre, la sed y otras necesidades crean sueños de satisfacción, del mismo modo que cualquier impulso reprimido, sexual o egoísta. Los sueños de los niños pequeños nos ofrecen una fácil demostración de la exactitud de nuestra teoría. En estos sujetos infantiles, en los cuales no se hallan aún precisamente diferenciados los sistemas psíquicos ni desarrolladas profundamente las represiones, comprobamos con frecuencia sueños que no son sino satisfacciones no disfrazadas de impulsos optativos no satisfechos durante el día. Bajo la influencia de necesidades imperativas pueden producir también los adultos tales sueños de tipo infantil Del mismo modo que de la interpretación onírica se sirve el análisis del estudio de los frecuentísimos actos fallidos y sintomáticos de los hombres, actos a los cuales he dedicado una investigación, publicada en 1904 bajo el título de Psicopatología de la vida cotidiana. Esta obra, que ha sido muy leída, integra la demostración de que tales fenómenos no tienen nada de casuales, siendo susceptibles de una explicación que va más allá de lo puramente fisiológico, poseyendo un sentido perfectamente interpretable y reposando en impulsos e intenciones retenidas o reprimidas. Pero el valor principal de la interpretación onírica y de este estudio de los actos fallidos y sintomáticos no consiste en el apoyo que prestan a la labor analítica, sino en otra de sus cualidades. Hasta ahora, el psicoanálisis se había ocupado solamente de la solución de fenómenos patológicos, habiéndose visto obligado a edificar para su esclarecimiento hipótesis, cuyo alcance se hallaba fuera de relación con la importancia de la materia tratada. Pero el sueño, del que se ocupó después, no era ningún síntoma patológico, sino un fenómeno de la vida anímica normal, propio de todo hombre sano. Si el sueño se halla construido como un síntoma, y si su explicación exige las mismas hipótesis, o sea, las referentes a la represión de impulsos instintivos, a la formación de sustituciones y transacciones y a la diferenciación de los sistemas psíquicos para la localización de lo consciente y lo inconsciente, resultará que el psicoanálisis no es ya una ciencia auxiliar de la Psicopatología, sino el principio de una psicología nueva y más fundamental, indispensable también para la comprensión de lo normal. Podemos, pues, transferir sus hipótesis y resultados a otros dominios de lo psíquico, quedándose así abiertos los caminos que conducen al interés general.

martes, 17 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTICUATRO

JORGE: ¿Acaso no conozco mis propios deseos? La vida es un viaje cuyo único equipaje es el lenguaje, es a lo único que tenemos que adaptarnos, nuestro único trauma, después todo lo demás llega y se llega por el lenguaje. Se dice que para unos el encuentro con el lenguaje fue placentero, para otros displacentero y para otros catastrófico, después aún están todas sus variaciones...variaciones, variantes, variables, ¡cuántas palabras diferentes! Si entras por una te vas a un lugar diferente que si entras por otra. ¿Aprender algo será diferente para cada uno? ¿será placentero para unos, displacentero para otros y será vivido como una catástrofe por otros? Hay personas para las cuales pensar es un placer, en cambio para otras pensar es un sufrimiento...¡cómo me gusta hablar de mí hablando en tercera persona!
PSICOANALISTA: ¿Tal vez le gusta psicoanalizarse...?
JORGE: Sí, me gusta la vida que he elegido, lo digo porque se dice que la vida que haces es la que has elegido hacer...lo que no eliges es de qué especie eres, ¡humano!, yo acepto ser de esta especie, todo lo demás viene solo...con trabajo viene una cosa y sin trabajo viene otra...y no me refiero a lo laboral, me refiero a dejarse llevar por el lenguaje o dejarse llevar por la ideología, los prejuicios, etc., no es fácil, es necesario aprender a dejarse llevar por el lenguaje..., somos una conversación que comenzó cuando el primer hombre dijo su primera palabra.
PSICOANALISTA: ¿Le gusta psicoanalizarse desde el comienzo, desde que dijo su primera palabra?
JORGE: Este año es el año de Darwin, dice que las variaciones actuales de una especie son semejantes a las variaciones históricas de las especies, hay un tronco común, no es que descendamos del mono es que cada clase, monos y humanos descendemos de un antepasado común, no hay causalidad hay sobredeterminación, no es que todos los seres orgánicos descendamos unos de otros sino que todos descendemos de un antepasado común...muchas veces hacen un dibujo como si fueramos una cadena de seres vivos cada uno descendiendo de otro, cuando en realidad somos ramas diferentes del mismo tronco...¿entiende?
PSICOANALISTA:Sí, entiendo, ni el paciente es la causa del psicoanalista ni el psicoanalista es la causa del paciente.
JORGE: He aprendido que es el psicoanálisis el que funda el valor de los lugares...desde que estudio...sin ninguna intención claro está..., aunque si digo sin ninguna, de manera inconsciente debo tener alguna.., bueno, pero no me interesa saber antes de tiempo, sólo después sabré..., he aprendido a tolerar la incertidumbre..., un estado muy gozoso, por cierto. Esperar sin esperanzas, sin precipitación, sin apresuramiento, sin presentimientos, en definitiva sin angustia...¡ja,ja,ja! lo digo tan rápidamente porque se me ocurrió que me iba a decir que estaba enumerando...mis pecados...Lola y yo estamos divorciados..., es un nuevo estado civil...como nosotros...que nunca hemos estado juntos...es el psicoanálisis el que nos junta...bueno, con Lola también era el matrimonio lo que nos unía...tal vez tendría que "actualizar" todas mis relaciones...
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Sí, doctor, aunque sólo entonces lo sabremos.
Jorge caminaba calle abajo pensando "tengo una alegría inexplicable, ...inexplicable... como toda alegría y toda tristeza, que nunca tienen la explicación que nos damos".

viernes, 13 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTICINCO

JORGE: Estoy lleno de pensamientos que no sirven para nada, estoy como hace dos años, cuando comenzó nuestra separación...la nuestra no, doctor, que todavía no nos conocíamos... me refiero a Lola y a mí, un día éramos muy felices y otro día me pidió la separación, yo no lo podía entender, quise saber si era por otro hombre, si era porque yo era poco hombre para ella, me hice todas las preguntas posibles y necesarias, pero ninguna era, ni se aproximaba, a lo que ella me iba a decir: quería ser ella, quería su libertad, así me lo dijo. Yo no la creí, ni al principio ni ahora, y todavía no sé porqué, a mí me tendría que dar igual, que sea por una cosa o por otra el hecho de la separación es un hecho consumado, sin embargo todavía me pregunto...es la pregunta imposible o mejor la pregunta que no debía haberme hecho, pero no es algo que se pueda saber antes de padecer este tormento, este pensamiento torturante... ya me he divorciado y todavía me asalta el pasado en forma de pensamiento...
PSICOANALISTA: ¿Ambición o mezquindad?
JORGE: ¡Qué cosas me dice...!
PSICOANALISTA: Me parece que si se dicen no serán cosas serán palabras.
JORGE: ¡Ah, perdón! Si son palabras yo también puedo decir otras palabras...me recuerda una canción que dice: "no te dejes atrapar por la mezquindad de los ricos y tampoco por las ambiciones malignas de los pobres" o algo así, en realidad es un poema, creo que del poeta Menassa, y los poemas son muy precisos, son equivalentes a los chistes, si olvidas una palabra se pierde el chiste, se pierde el poema, ¿de qué pérdida estaré hablando cuando hablo de Lola? A veces pienso en la pérdida de potencia sexual, todavía no me pasa, alguna vez no puedo pero la potencia todavía no está en "caída libre", ¡ja,ja,ja! Son palabras, son palabras que he escuchado a los hombres... no a todos los hombres, a algunos hombres, mi tío Ramón siempre dice que él no falla nunca...no sé si es que no tiene miedo a los agujeros y siempre acierta o es que sólo lo intenta cuando se pone, o ...él siempre dice que cuando una mujer se lo pide...no sé, a mí las mujeres no me piden nada, soy yo el que pide...¿tendría que saber esperar? ¿será mucho mi atribución cuando creo que una mujer se queda con quien la hace gozar? A mí no me ha pasado, ellas siempre han gozado...bueno, eso decían, ¡ja, ja! son palabras, claro. ¡Qui lo ça! Bueno, pensando en voz alta las cosas cambian, en las mujeres está la cara para la cámara que es mi ojo y está la cara que se retuerce con esa insoportable belleza del goce inevitable, son dos rostros del goce... que no tiene rostro...¿no estará pensando que estoy hablando de usted? ¡qué ocurrencia la mía! He pensado en su rostro, ese rostro que imagino impasible, sin mirada...usted se parece más a la muerte...
PSICOANALISTA: ¿Le parece que por hoy está bien?
JORGE: Una muerte lenta y pacífica, eso sí, una muerte de larga duración...¿sabe que usted tiene prohibido morirse, al menos mientras dure mi análisis?
PSICOANALISTA: ¿Hoy no me va a dejar terminar la sesión?
JORGE: Necesito ser escuchado...es porque usted me escucha que yo hablo...
PSICOANALISTA: Tiene mi escucha desde la primera sesión...
JORGE: La escucha no es que escuche lo que digo...es que nadie puede hablar si antes no hay escucha. Gracias, doctor, podemos continuar la próxima.
Jorge salió de la consulta pensando en la escucha, "si no nacemos entre hablantes no podemos llegar a hablar, aun teniendo aparato fonador, es necesaria una escucha para que lleguemos a hablar, siempre hablamos para alguien"

SESIÓN VEINTITRÉS

Jorge hacía más de dos horas que esperaba y sin embargo su paciencia era como la del sereno robledal que necesita la lluvia y no la implora, más bien al contrario, deseaba que no llegara la hora de la firma de su divorcio, una cosa era estar separado y otra divorciado. El hermano de Lola estaría presente, y no quería encontrarse de nuevo con alguien que a pesar de ser un hombre coetáneo no quería decir que se dejara gobernar por leyes actuales, era un sacerdote que no dejaba de hablar de cómo era la iglesia en la época de Franco, época en la que él mismo no había nacido, y no sólo hablaba de ello sino que vivía en ello, y cuando averiguaba que alguno de los feligreses de su parroquia se habían separado, no les daba la comunión, ni permitía que pisaran suelo santo. Encontrarse con un personaje así era lo que menos le gustaba de su actual divorcio. La única diferencia entre su separación y su divorcio era este sacerdote que todavía llevaba sotana, por consejo de su madre. En realidad vivía la vida como una persona de la edad de su propia madre. Jorge se encontraba en estas reflexiones cuando escuchó aquello voz que tan bien conocía.

SACERDOTE: ¿Cómo estás Jorge, has llegado bien, no has tenido pormenores para llegar, seguro que Dios te ha guardado infinitamente, aunque lo que vas a hacer te va a dejar proscrito de la santa madre iglesia? ¿Y tu santa madre, estará cuidando de sus hijos y nietos con la bondad que la caracteriza? ¡Es tan buena persona!

JORGE: ¿No ha venido Lola con vosotros?

SACERDOTE: ¿Lola? Imagino que si es capaz de hacer lo que va a hacer, será capaz de llegar sola hasta aquí.

JORGE: Hace dos años me preguntaste si la había raptado, ¿y ahora que vuelve a ser vuestra no quieres saber nada de ella?

SACERDOTE: Yo con los pecadores no tengo nada que ver.

JORGE: ¿No eres el encargado de perdonar los pecados?

SACERDOTE: Sólo a aquellos que se arrepienten y Lola no quiere oír hablar de arrepentimiento. ¿Tú te arrepientes? ¿Podrías hacer que volviera a vivir contigo en el hogar como una santa madre?
La llegada de Lola propició la despedida forzosa y una vez los dos presentes el trámite se conceló en menos de 20 minutos.
Jorge no corría más bien volaba hacia la conculta de su psicoanalista cuando escuchó una voz que decía su nombre con cierta ternura. ¡Jorge! ¿cómo te va?. Era su profesor de matemáticas de su primer año de Universidad.
JORGE: ¡Me sorprende que me haya reconocido!
PROFESOR DE MATEMÁTICAS: ¿Por qué si no has cambiado nada, sólo unos pocos años encima?
JORGE: Casi el doble.
P. de M. : Es cierto, te recuerdo porque siempre decían que éramos muy parecidos, uno el doble del otro.
JORGE: Usted será mi doble, porque ya tiene casi 50 años..¿no?
P.de M.: Eso me gustaría, tengo sólo 45.
JORGE: Nunca había escuchado decir a alguien que quiera tener más años de los que tiene...usted siempre diciendo cosas diferentes...
P.de M.: Bueno, 45 ya los tengo, mientras que 50 no sé si alguna vez los conseguiré.
JORGE: Aunque la frase es triste no escucho ningún tono pesimista en la frase, no entiendo lo que quiere decir.
P.de M.: No acepta lo que quiero decir, porque entender lo entiende perfectamente, ya le pasaba con las matemáticas, no toleraba que los números no sirvan para medir sino para construir.
JORGE: Hoy día puedo decir que hice una profesión de lo que antaño no podía aceptar -mirando el reloj- lo siento pero me tengo que ir.
P.de M.: Toma mi tarjeta y llámame cuando puedas.
Jorge llegó a la consulta de su psicoanalista como si hubiera atravesado océanos y desiertos de humanos pidiendo pan y amor. Prácticamente se dejó deslizar en el diván.
JORGE: En mí vive el horror, hoy me siento como Edipo después de dar su respuesta al enigma de la Esfinge, cuando ella le gritó: ¡El abismo al que me arrojas está en ti!. ¡Tantas veces quise controlar mi cuerpo, administrar mis sentimientos! Los mortales son los hombres, sólo el hombre muere, y además de un modo permanente...
PSICOANALISTA: ¿Tal vez está pensando en terminar su análisis?
JORGE: Ser mortales no es poner como meta la muerte en tanto que nada vacía, tampoco quiere decir ensombrecerse con una mirada ciega dirigida fijamente al fin...¿qué dijo de las mujeres o de mi madre? A veces dudo acerca de si las mujeres mueren o se transforman unas en otras, mi abuela en mi madre, mi madre en mi hermana, mi hermana... Cuando mi padre murió no sé si había aprendido a vivir...yo quiero aprender a vivir..porque si no es así, ¿qué vida puntuará la muerte? ¿Ha dicho algo de mi análisis? Hay quien vive sin psicoanálisis, pero también hay quien vive sin teléfono, sin ordenador, sin saber leer, sin ninguna profesión ni oficio..., pero yo no quiero eso para mí, yo quiero vivir en el siglo XXI, pero hay algo que le ocurre a todos los humanos y en todos los siglos, somos mortales, sólo los humanos mueren, el animal termina, no quiero terminar mi psicoanálisis ...eso me dijo ¿no es así? , quiero que mi psicoanálisis puntúe mi vida, no quiero ser yo el que puntúe mi psicoanálisis. El animal no tiene la muerte como muerte ni delante ni detrás de él, como nos pasa a los humanos. La muerte como cofre de la nada es el albergue del ser que habla.
PSICOANALISTA: ¿Entonces, podemos continuar la próxima?
JORGE: Sí, hoy lo que ha terminado es mi matrimonio con Lola. Cuando algo termina, algo comienza, toda separación es el comienzo de un encuentro. Hasta la próxima, doctor.
Jorge se levantó en silencio y mientras caminaba hacia su casa pensó que su psicoanálisis terminaba y comenzaba en cada sesión.

jueves, 12 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTIDÓS

JORGE: "Ruego al cielo que el lector, animado y momentáneamente tan feroz como lo que lee, encuentre, sin desorientarse, su camino abrupto y salvaje, a través de las desoladas ciénagas de estas páginas sombrías y llenas de veneno, pues, a no ser que aporte a su lectura una lógica rigurosa y una tensión espiritual semejante al menos a su desconfianza, las emanaciones mortales de este libro impregnarán su alma lo mismo que hace el agua con el azúcar..."
PROFESOR: Les he pedido que lean este fragmento del canto primero de Los Cantos de Maldoror, del Conde de Lautréamont, porque junto al Márqués de Sade, son ejemplos ejemplares de la escritura que podríamos llamar moralizante. Y estas palabras pueden parecer extrañas, pero sólo hasta que escuchamos estas palabras del Conde en una carta a su editor: "Naturalmente, exageré el diapasón por hacer algo nuevo en el sentido de esa literatura que canta la desesperación sólo para agobiar al lector y hacerle desear el bien como remedio", o las plabras del Marqués: "...presto al vicio trazos demasiado odiosos. ¿Quiere saber la razón? No quiero hacer amar al vicio; no tengo como Crébillon o como Dorat, el peligroso proyecto de lograr que las mujeres amen los personajes que las engañan; quiero, por el contrario, que los detesten; es el único medio que puede impedirles ser sus víctimas."
JORGE: ¿Podríamos pensar que tal vez eran un poco ingenuos? Lo digo porque los límites de la credulidad están en uno y, más bien, es el deseo el que nos engaña, no las lecturas o los otros.
PROFESOR: Tal vez la ingenuidad está en sus palabras, porque son verdaderas pero no es suficiente para que tengan poder sobre los humanos. Sabemos muchas cosas buenas, incluso sabias, y no por eso nos hacemos mejores y más sabios.
JORGE: Es cierto, yo tengo este saber, pero me cuesta mucho regirme por él.
PROFESOR: He leído en un libro del Profesor Menassa que dice algo así, " no es difícil cambiar de manera de pensar, lo que no es fácil es cambiar la vida que hemos hecho con la anterior manera de pensar".
En ese momento suena la alarma de un teléfono, el profesor mira la hora y termina la clase.
Jorge camina hacia la consulta de su psicoanalista haciendo el tiempo necesario para llegar a la hora acordada. Todo parece ir sobre ruedas, los dos timbres que le permiten acceder a su psicoanálisis son atendidos inmediatamente.
JORGE: Mientras unos viven diciendo que no tienen dinero, que no tienen amor, otros viven diciendo que tienen una enfermedad y si no es esa, será otra, y si no van pensando que van a tener mala suerte..., entre no tener y tener se puede repartir el mundo de los seres humanos...hoy he leído que tener o no tener encubren que lo que no tenemos es al otro...como no podemos vivir sin otro, a veces querríamos tener un otro siempre nuestro, algunos lo consiguen, mi madre lo consiguió, aunque hasta cierto punto, no pudo impedir que su "otro" muriera; para mi padre no era lo mismo, ella no era un otro para él, ella era su tormento, era un hombre siempre a disposición de ella, pero ella nunca estaba a disposición de él.
PSICOANALISTA: ¿A usted le hubiera gustado que las cosas fueran así?
JORGE: Es que fueron así, ¿por qué lo duda?, cómo no lo voy a saber yo si estaba presente en esas vidas que se vivían delante de mí...claro que mis hijos nada saben de mi relación con Lola, siempre hacemos como si fuera de una manera que no es, siempre guardamos las apariencias..., tal vez no debería estar tan seguro del pasado..., y menos aún del pasado de otras personas. Tal vez era para creer que mis padres eran míos, eran mis "otros"...¿Por qué querría yo que las cosas fueran así? ¿Una madre omnipotente y un padre potente sólo para ella? Yo soy un poco así, cuando mi madre está de acuerdo con mis cosas, puedo más. Cuando mi madre no está de acuerdo, si lo hago, temo que me va a comer, "me va a comer", vaya expresiones que uso..., aunque es una expresión muy usada..."te comería" "te voy a comer"...además tiene doble sentido, para decir que está muy bueno y para decir que le mataría..., ¡qué importantes las palabras..., nunca lo que se dice es exactamente lo que se dice, siempre hay que escuchar lo que te quieren decir con eso que te dicen, de hecho funcionamos así constantemente y sin darnos cuenta...cuenta, ¿cuenta de contar o cuenta de pagar? Bueno, hoy es día de pagar y también tengo algo para contar, pero ya no hay tiempo, ¿no le parece, doctor?
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Cuéntelo, por favor..., bueno, mejor lo cuento yo,-cuenta el dinero y vuelve a contarlo y cuando está a punto de comenzar a contar por tercera vez-.
PSICOANALISTA: Me lo ha "contado" dos veces...¿no le parece suficiente?
JORGE: Es que me parecía que sobraba o faltaba y sin embargo está exacto. ¡No me lo puedo creer! ¡Ja ,ja! Lo que quería era "contarle su dinero" , a veces pienso ¡cuánto dinero que debe ganar el doctor! Está claro que me gustaría saberlo, "contárselo". Perdón.
Jorge deja el dinero sobre la mesa y sale sonriendo. Cuando entra a su coche piensa "¡qué manera de hablar, nunca se hace de manera directa! ¡qué complicados somos, o mejor dicho, qué complejos... y qué simples!"

martes, 10 de febrero de 2009

SESIÓN VEINTIUNO

JORGE: Hoy no sé cómo empezar mi sesión, ¿es mía la sesión? ¿es suya? ¿es de quien la trabaja? ¿es de quien la paga? En fin, menos vueltas, voy a tomar una decisión: no se podría llamar sesión si faltara alguno de sus elementos. ¡Qué afán de propiedad! Tal vez estoy hablando de esto porque estoy pensando..., quiero averiguar, qué es Ella para mí, y qué soy yo para Ella, digo Ella pero es que se llama así, se pronuncia Ela, pero a mí me gusta llamarla Ella. ¡Ja, ja, ja! Yo soy propietario de Ella, no de la persona sino del nombre con que la nombro. ¡Mi sentido de la propiedad privada es extrema, privada, privada a la circulación, ¡no quiero que circule por otros brazos, no quiero! ¡no quiero!
PSICOANALISTA: ¡Cálmese, su sesión no se la puedo dar a nadie más, es suya y de nadie más, cada vez se la lleva puesta!
JORGE: ¡Es como una segunda piel!, ¿o primera piel?
PSICOANALISTA: La respuesta, a veces, es la desgracia de la pregunta.
JORGE: En realidad no sé si la quiero, todos mis circunvalaciones son porque esta vez me gustaría comenzar una relación sabiendo si va a ser para siempre o si esta vez también va a fracasar.
PSICOANALISTA: ¡El duro deseo de durar! Nadie sabe cuando va a morir pero se vive mejor cuando se hace pensando una vida duradera.
JORGE: Sí, eso es muy bonito, pero cómo se logra pensar así...¿tal vez comenzando relaciones que pueden ser duraderas? Yo no comienzo relaciones porque antes de comenzar ya pienso que no van a durar. Si lo pienso bien, todo lo que hice fue cuando dejé de interesarme por el tiempo que me iba a llevar hacerlo o aprenderlo. Me ha dado lo que yo ya tenía...no se si protestar o agradecerle...agradecerle sería cumplir con el pago previamente establecido ¿no?
PSICOANALISTA: ¿Parece que no es necesario tener para dar?
JORGE: A veces estamos esperando tener para dar y claro lo que el otro necesita no es lo que yo tengo, lo que el otro necesita es lo que tiene y no puede hacer uso de ello...o... ayer estuve en una conferencia de un psicoanalista muy importante, creo que es de su Escuela, tal vez sea su psicoanalista, ¡Ah, qué ocurrencia! A lo que iba, hablaba de las relaciones sexuales, de que el amor es dar lo que no se tiene a quien no es, y en un momento dijo que el hombre daba a la mujer lo que él no tenía: la vagina, y la mujer daba al hombre lo que ella no tenía: el pene. ¡Es sorprendente, pero cierto! Cuando Ella me desea yo soy el hombre más potente del ...momento actual...¿no querré decir que usted me ha hecho potente, eh, doctor?
PSICOANALISTA: Si a usted le parece.
JORGE: Me parece que sí, doctor, porque yo antes de ahora me creía potente, pero ahora no me lo creo, ¡lo soy!
PSICOANALISTA: ¿Tal vez ha aprendido a hablar?
JORGE: "Primero copulan los significantes y después terminan copulando quienes los portan", algo así, también dijeron ayer, en la conferencia...¿le ha llamado mi amigo Teodoro?¿No llamó todavía? Le ha dado su número a un amigo...bueno le dije que lo buscara en la guía...es que me lo pidió a destiempo...siempre es el mismo, siempre intempestivo, siempre interrumpiendo...no quiero decir que pueda interrumpir mi relación con usted...¡qué caprichoso, querer comenzar una relación con...con...no puedo ni decirlo...
PSICOANALISTA: ¿Tal vez sea esa la relación que no quiere que comience?
JORGE: Tal vez, tal vez...no sé porqué tengo estos problemas amorosos.
PSICOANALISTA: Tal vez porque deprecia un poco a los otros.
JORGE: ¿Por qué dice eso? Iba a decir que pienso que el otro si tiene que querer a dos personas o usted si tiene a otro paciente a quien pensar, va a poder menos...dije, va a poder menos...tal vez si que deprecio a los otros, los otros...usted, Ella, y todas mis relaciones....o sea que la envidia y los celos, ayer decía el profesor que cuando hay envidia no hay más de dos y cuando hay celos hay más de tres, ¡ja,ja,ja! decía que los celos son deseo, que son una puerta de entrada a lo social...el psicoanálisis es algo diferente, no se parece a nada conocido, siempre dice algo nuevo de las cuestiones de siempre....Ya sé que usted puede conmigo, con Teodoro y con muchos más...yo sé que en mi horario usted es todo para mí..., me refiero a su trabajo.
PSICOANALISTA: ¿Continuamos la próxima?
JORGE: Sí, doctor, hasta la próxima.
Jorge bajaba las escaleras pensando que estaba muy contento "he descubierto que yo soy el mal pensado y que estoy rodeado de personas inteligentes que me aman, ...aunque seguro que menos que el doctor... ¡No seas envidioso, Jorge!".

IV AUTOBIOGRAFÍA. SIGMUND FREUD

III MIS esperanzas se cumplieron por completo. Abandoné el hipnotismo, pero el cambio de táctica trajo consigo un cambio de aspecto de la labor catártica. El hipnotismo había encubierto un juego de fuerzas que se evidenciaba ahora y cuyo descubrimiento proporcionaba a la teoría una fase firmísima. ¿Cuál podría ser la causa de que los enfermos hubiesen olvidado tantos hechos de su vida interior y exterior y pudiesen, sin embargo, recordarlos cuando se les aplicaba la técnica antes descrita? La observación daba a esta pregunta respuesta más que suficiente. Todo lo olvidado había sido penoso por un motivo cualquiera para el sujeto, siendo considerado por las aspiraciones de su personalidad como temible, doloroso o avergonzado. Había, pues, que pensar que debía precisamente a tales caracteres el haber caído en el olvido, esto es el no haber permanecido consciente. Para hacerlo consciente de nuevo era preciso dominar en el enfermo algo que se rebelaba contra ello, imponiéndose así al médico un esfuerzo. Este esfuerzo variaba mucho según los casos, creciendo en razón directa de la gravedad de lo olvidado, y constituía la medida de la resistencia del enfermo. De este modo surgió la teoría de la represión. Fácilmente podía reconstituirse ya el proceso patógeno. Describiremos, como ejemplo, un caso sencillo: Cuando en la vida anímica se introduce una tendencia a la que se oponen otras muy poderosas, el desarrollo normal del conflicto anímico así surgido consistiría en que las dos magnitudes dinámicas -a las que para nuestros fines presentes llamaremos instinto y resistencia- lucharían durante algún tiempo ante la intensa expectación de la conciencia hasta que el instinto quedase rechazado y sustraída a su tendencia la carga de energía. Este sería el desenlace normal. Pero en la neurosis, y por motivos aún desconocidos, habría hallado el conflicto un distinto desenlace. El yo se habría retirado, por decirlo así, ante el impulso instintivo repulsivo, cerrándose el acceso a la conciencia y a la descarga motora directa, con lo cual habría conservado dicho impulso toda su carga de energía. A este proceso, que constituía una absoluta novedad, pues jamás se había descubierto en la vida anímica nada análogo, le di el nombre de represión. Era, indudablemente, un mecanismo primario de defensa comparable a una tentativa de fuga y precursor de la posterior solución normal por enjuiciamiento y condena del impulso repulsivo. A este primer acto de represión se enlazaban diversas consecuencias. En primer lugar, tenía el yo que protegerse por medio de un esfuerzo permanente, o sea, de una contracarga, contra la presión, siempre amenazadora, del impulso reprimido, sufriendo así un empobrecimiento. Pero, además, lo reprimido, devenido inconsciente, podía alcanzar una descarga y una satisfacción sustitutiva por caminos indirectos, haciendo, por tanto, fracasar el propósito de la represión. En la histeria de conversión llevaba dicho camino indirecto a la inervación somática, y el impulso reprimido surgía en un lugar cualquiera y creaba los síntomas que eran, por tanto, resultados de una transacción, constituyendo, desde luego, satisfacciones sustitutivas, pero deformadas y desviadas de sus fines por la resistencia del yo. La teoría de la represión constituyó la base principal de la comprensión de las neurosis e impuso una modificación de la labor terapéutica. Su fin no era ya hacer volver a los caminos normales los afectos extraviados por una falsa ruta, sino descubrir las represiones y suprimirlas mediante un juicio que aceptase o condenase definitivamente lo excluido por la represión. En acatamiento a este nuevo estado de cosas, di al método de investigación y curación resultante el nombre de psicoanálisis en sustitución del de catarsis. Podemos partir de la represión como punto central y enlazar con ella todas las partes de la teoría psicoanalítica. Pero antes quiero consignar una observación de carácter polémico. Según Janet, era la histérica una pobre criatura que a consecuencia de una debilidad constitucional no podía mantener en coherencia sus actos anímicos, sucumbiendo así a la disociación psíquica y a la disminución de la conciencia. Pero, conforme a los resultados de las investigaciones psicoanalíticas, eran estos fenómenos el resultado de factores dinámicos del conflicto psíquico y de la represión realizada. A mi juicio, es esta diferencia lo suficientemente amplia para poner fin a la infundada afirmación, tantas veces repetida, de que lo único importante del psicoanálisis es lo que éste ha tomado de las teorías de Janet. La exposición que hasta aquí vengo realizando ha de haber mostrado claramente al lector que el psicoanálisis es totalmente independiente, desde el punto de vista histórico, de los descubrimientos de Janet, siendo, además, su contenido muy distinto y mucho más amplio. De los trabajos de Janet no hubieran podido deducirse jamás las consecuencias que han dado al psicoanálisis una tan amplia importancia en los dominios de la ciencia, atrayéndola el interés general. En todos mis trabajos he hablado de Janet con el mayor respeto, pues sus descubrimientos coincidieron en mucha parte con los de Breuer, realizados con anterioridad, aunque publicados después. Pero cuando el psicoanálisis comenzó a discutirse también en Francia, Janet se condujo con poca corrección, mostrando muy escaso conocimiento de la materia y utilizando argumentos ilegítimos. Por último, ha disminuido todo el valor de su obra, declarando que cuando hablaba de actos psíquicos «inconscientes», ello no constituía sino de «façon de parler». En cambio, el psicoanálisis se vio obligado, por el estudio de las represiones patógenas y de otros fenómenos que más adelante mencionaremos, a conceder una extraordinaria importancia al concepto de lo inconsciente. Para el psicoanálisis todo es, en un principio, inconsciente, y la cualidad de la conciencia puede agregarse después o faltar en absoluto. Estas afirmaciones tropezaron con la oposición de los filósofos, para los que lo consciente y lo psíquico son una sola cosa, resultándoles inconcebible la existencia de lo psíquico inconsciente. El psicoanálisis tuvo, pues, que surgir adelante sin atender a esta idiosincrasia de los filósofos, basándose en observaciones realizadas en material patológico absolutamente ignoradas por sus contradictores y en las referentes a la frecuencia y poderío de impulsos de los que nada sabe el propio sujeto, el cual se ve obligado a deducirlos como otro hecho cualquiera del mundo exterior. Podía alegarse, además, que lo que hacía no era sino aplicar a la propia vida anímica la forma en que nos representamos la de otras personas. A éstas les adscribimos actos psíquicos de los cuales no poseemos una conciencia inmediata, teniéndolo que deducir de las manifestaciones del individuo de que se trata. Ahora bien: aquello que creemos acertado cuando se trata de otras personas, tiene que serlo también con respecto a la propia. Continuando el desarrollo de este argumento y deduciendo de él que los propios actos ocultos pertenecen a una segunda conciencia, llegaremos a la concepción de una conciencia de la que nada sabemos, o sea, de una conciencia inconsciente, resultando aún más difícilmente admisible que la hipótesis de la existencia de lo psíquico inconsciente. Si, en cambio, decimos con otros filósofos que reconocemos los fenómenos patológicos, pero que los actos en los que dichos fenómenos se basan no pueden ser calificados de psíquicos, sino de psicoides, no haremos sino iniciar una discusión verbal totalmente infructuosa, cuya mejor solución será siempre, además, el mantenimiento de la expresión «psiquismo inconsciente». Surge entonces el problema de qué es lo que puede ser este psiquismo inconsciente, problema que no ofrece ventaja ninguna con respecto al anteriormente planteado sobre la naturaleza de lo consciente. Más difícil sería exponer sintéticamente cómo el psicoanálisis ha llegado a articular el psiquismo inconsciente, cuya existencia reconoce, descomponiéndolo en un psiquismo preconsciente y un psiquismo propiamente inconsciente. Creemos bastará hacer constar que parece legítimo completar aquellas teorías que constituyen la expresión directa de la experiencia empírica con hipótesis adecuadas al dominio de la materia relativa a circunstancias que no pueden ser objeto de la observación inmediata. No de otro modo suele procederse en disciplinas científicas más antiguas que la nuestra. La articulación de lo inconsciente se halla enlazada con la tentativa de representarnos el aparato anímico compuesto por una serie de instancias o sistemas, de cuya relación entre sí hablamos desde un punto de vista espacial, independiente en absoluto de la anatomía real del cerebro. Es éste el punto de vista que calificamos de tópico. Estas y otras ideas análogas pertenecen a una superestructura especulativa del psicoanálisis, cada uno de cuyos fragmentos puede ser sacrificado o cambiado por otro, sin perjuicio ni sentimiento alguno, en cuanto resulte insuficiente. He indicado ya que la investigación de las causas y fundamentos de la neurosis nos llevó, con frecuencia cada vez mayor, al descubrimiento de conflictos entre los impulsos sexuales del sujeto y la resistencia contra la sexualidad. En la busca de las situaciones patógenas en las cuales se habían producido las represiones de la sexualidad, y de las cuales procedían los síntomas, surgidos como productos sustitutivos de los reprimido, llegamos hasta los años más tempranos de la vida infantil del sujeto. Resultó así algo que los poetas y psicólogos han afirmado siempre, esto es, que las impresiones de este temprano período de vida, no obstante sucumbir en su mayor parte a la amnesia, dejan huellas perdurables en el desarrollo del individuo, determinando, sobre todo, la predisposición a ulteriores enfermedades neuróticas. Pero dado que en estas impresiones infantiles se trataba siempre de excitaciones sexuales y de la reacción contra ellas, nos encontramos ante el hecho de la sexualidad infantil, que significaba otra novedad contraria a los más enérgicos prejuicios de los hombres. Se acepta, en efecto, generalmente que la infancia es «inocente», hallándose libre de todo impulso sexual, y que el combate contra el demonio de la «sensualidad» no comienza hasta la agitada época de la pubertad. Los casos de actividad sexual observados en sujetos infantiles eran considerados como signos de degeneración o corrupción prematura o como curiosos caprichos de la Naturaleza. Son muy pocos los descubrimientos del psicoanálisis que han tropezado con una repulsa tan general y provocado tanta indignación como la afirmación de que la función sexual se inicia con la vida misma y se manifiesta ya en la infancia por importantísimos fenómenos. Y, sin embargo, ningún otro descubrimiento psicoanalítico puede ser demostrado tan fácil y completamente como éste. Antes de adentrarme más en el estudio de la sexualidad infantil he de recordar un error, al que sucumbí durante algún tiempo, y que hubiese podido serme fatal. Bajo la presión del procedimiento técnico que entonces usaba, reproducían la mayoría de mis pacientes escenas de su infancia cuyo contenido era su corrupción sexual por un adulto. En las mujeres este papel de corruptor aparecía atribuido, casi siempre, al padre. Dando fe a estas comunicaciones de mis pacientes, supuse haber hallado en estos sucesos de corrupción sexual durante la infancia las fuentes de las neurosis posteriores. Algunos casos en los que tales relaciones con el padre, el tío o un hermano mayor habían continuado hasta años cuyo recuerdo conservaba clara y seguramente el sujeto, robustecieron mi convicción. No extrañaré que ante estas afirmaciones sonría irónicamente algún lector, tachándome de demasiado crédulo; pero he de hacer constar que esto sucedía en una época en la que imponía intencionadamente a mi juicio crítico una estrecha coerción para obligarle a permanecer imparcial ante las sorprendentes novedades que el naciente método psicoanalítico me iba descubriendo. Cuando luego me vi forzado a reconocer que tales escenas de corrupción no habían sucedido realmente nunca, siendo tan sólo fantasías imaginadas por mis pacientes, a los que quizá se las había sugerido yo mismo, quedé perplejo por algún tiempo (*523). Mi confianza en mi técnica y en los resultados de la misma recibió un duro golpe. Había llegado, en efecto, al conocimiento de tales escenas por un camino técnico que me parecía correcto, y su contenido se hallaba evidentemente relacionado con los síntomas de los que mi investigación había partido. Nota 523 Pero cuando logré reponerme de la primera impresión deduje en seguida de mi experiencia las conclusiones acertadas, o sea, las de que los síntomas neuróticos no se hallaban enlazados directamente a sucesos reales, sino a fantasías optativas, y que para la neurosis era más importante la realidad psíquica que la material. Tampoco creo haber podido «sugerir» a mis pacientes tales fantasías de corrupción. Fue éste mi primer contacto con el complejo de Edipo, que después había de adquirir tan extraordinaria importancia para el psicoanálisis; pero entonces no llegué a vislumbrarlo debajo de su fantástico disfraz. De todos modos, la corrupción efectuada en la infancia conservó un lugar, aunque más modesto, en la etiología de la neurosis. En estos casos reales los corruptores habían sido casi siempre niños de más edad. La función sexual existía, pues, desde un principio, se apoyaba primeramente en las demás funciones importantes para la conservación de la vida y se hacía luego independiente, pasando por un largo y complicado desarrollo hasta llegar a constituir lo que conocemos con el nombre de vida sexual normal del adulto. Se manifestaba primero como actividad de toda una serie de componentes instintivos dependientes de zonas somáticas erógenas, componentes que aparecían en parte formando pares antitéticos (sadismo-masoquismo, instinto de contemplación-exhibicionismo), partían, independientemente uno de otros, a la conquista del placer y encontraban generalmente su objeto en el propio cuerpo. De este modo, la función sexual no se hallaba al principio centrada y era predominantemente autoerótica. Más tarde tenían efecto en ella diversas síntesis. Un primer grado de organización aparecía bajo el predominio de los componentes orales; luego seguía una fase sádicoanal, y sólo la tercera fase, posteriormente alcanzada, traía consigo la primacía de los genitales, con lo cual entraba la función sexual al servicio de la reproducción. Durante este desarrollo quedaban desechados o dedicados a otros usos determinados factores instintivos, que demostraban ser inútiles para dicho fin último, siendo otros desviados de sus fines y transferidos a la organización genital. La energía de los instintos sexuales, y sólo de ellos, recibió el nombre de libido, y hube de suponer que esta libido no realizaba siempre, sin defecto ninguno, la evolución antes descrita. A consecuencia de la superior intensidad de algunos componentes, o de satisfacciones prematuras, se producen, efectivamente, fijaciones de la libido a determinados lugares del desarrollo. Hacia estos lugares retorna luego la libido cuando tiene efecto una represión posterior (regresión). Observaciones posteriores demostraron que el lugar de la fijación es también decisivo para la «elección de neurosis», o sea, para la forma que adopta la enfermedad ulterior. Paralelamente a la organización de la libido se desarrolla el proceso del hallazgo de objeto, proceso al que se halla adscrita una importantísima misión en la vida anímica. El primer objeto erótico posterior al estadio del autoerotismo es, por ambos sexos, la madre, cuyo órgano alimenticio no fue distinguido al principio del propio cuerpo. Más tarde, pero aún en los primeros años infantiles, se establece la relación del complejo de Edipo, en la cual concentra el niño, sobre la persona de la madre, sus deseos sexuales y desarrolla impulsos hostiles contra el padre, considerado como un rival. Esta es también, mutatis mutandis, la actitud de la niña (#1655). PdP 1655 Todas las variaciones y consecuencias del complejo de Edipo son importantísimas. La constitución bisexual innata interviene también y multiplica el número de las tendencias simultáneamente dadas. Transcurre bastante tiempo hasta que el niño se da clara cuenta de la diferencia de los sexos, y durante esta época de investigación sexual crea, para su uso particular, teorías sexuales típicas que, dependiendo de la imperfecta organización somática infantil, mezclan lo verdadero con lo falso, sin conseguir solucionar los problemas de la vida sexual (el enigma de la Esfinge, o sea, el de la procedencia de los niños). La primera elección de objeto infantil es, pues, incestuosa. Toda la evolución aquí descrita es efectuada rápidamente. El carácter más singular de la vida sexual humana es su división en dos fases con una pauta intermedia. Alcanza su primer punto culminante en el cuarto y quinto años de la vida, pasados los cuales desaparece esta temprana floración de la sexualidad y sucumben a la represión las tendencias hasta entonces muy intensas, surgiendo el período de latencia, que dura hasta la pubertad, y en cuyo transcurso quedan edificadas las formaciones reactivas de la moral, el pudor y la repugnancia (#1656). Esta división del desarrollo sexual parece ser privativa del hombre y constituye quizá la condición biológica de su disposición a la neurosis. Con la pubertad quedan reanimadas las tendencias y las cargas de objeto de las épocas tempranas, incluso los ligámenes sentimentales del complejo de Edipo. En la vida sexual de la pubertad luchan entre sí los impulsos de la primera fase y las inhibiciones del período de latencia. Hallándose aún el desarrollo sexual infantil en su punto culminante, se formó una especie de organización genital; pero en ella sólo desempeñaba un papel el genital masculino, permaneciendo ignorado el femenino. Es esto lo que conocemos con el nombre de primacía fálica. La antítesis de los sexos no equivalía entonces a la de masculino y femenino, sino a la del poseedor de un pene y el castrado. PdP 1656 El complejo de la castración, enlazado con esta circunstancia, es importantísimo para la formación del carácter y de la neurosis. En esta exposición abreviada de mis descubrimientos sobre la vida sexual humana he reunido, para su mejor comprensión, muchas cosas que pertenecen a diversas épocas de la investigación psicoanalítica y que han ido siendo integradas como un complemento o una justificación de las afirmaciones contenidas en mi obra Tres ensayos para una teoría sexual en las sucesivas ediciones de este libro. No creo difícil deducir de ellas la naturaleza de la tan discutida ampliación que del concepto de la sexualidad ha llevado a cabo el psicoanálisis. Esta ampliación es de dos géneros. En primer lugar, hemos desligado la sexualidad de sus relaciones, demasiado estrechas, con los genitales, describiéndola como una función somática más comprensiva que tiende, ante todo, hacia el placer, y sólo secundariamente entra al servicio de la reproducción. Pero, además, hemos incluido entre los impulsos sexuales todos aquellos simplemente cariñosos o amistosos para los cuales empleamos en el lenguaje corriente la palabra «amor», que tantos y tan diversos sentidos encierra. A mi juicio, esta ampliación no constituye innovación alguna, sino una reconstitución limitada a la supresión de inadecuadas restricciones del concepto de la sexualidad paulatinamente establecidas. El hecho de desligar de la sexualidad los órganos genitales presenta la ventaja de permitirnos considerar la actividad sexual de los niños y de los perversos desde el mismo punto de vista que al de los adultos normales. De estas actividades sexuales -la infantil y la perversa- era la primera completamente desatendida y condenada la segunda con gran indignación moral, pero sin comprensión alguna. Para la concepción psicoanalítica también las más extrañas y repugnantes perversiones constituyen una manifestación de instintos sexuales parciales que se han sustraído a la primacía del órgano genital y aspiran independientemente al placer, como en las épocas primitivas del desarrollo de la libido. La más importante de estas perversiones, o sea, la homosexualidad, merece apenas el nombre de tal. Depende de la bisexualidad constitucional y de la repercusión de la primacía fálica. Pero, además, el psicoanálisis nos demuestra que todo individuo entraña algo de una elección de objeto homosexual. Si hemos calificado a los niños de «polimórficamente perversos», ello no constituía sino una descripción efectuada en términos generalmente usados, pero no una valoración moral. Tales valoraciones se hallan muy lejos del psicoanálisis. La segunda de las indicadas ampliaciones del concepto de la sexualidad queda justificada por aquella investigación psicoanalítica que nos demuestra que todos los sentimientos cariñosos fueron originariamente tendencias totalmente sexuales, coartadas después en su fin o sublimadas. En esta posibilidad de influir sobre los instintos sexuales reposa también la de utilizarlos para funciones culturales muy diversas, a las cuales aportan una importantísima ayuda. Los sorprendentes descubrimientos relativos a la sexualidad del niño debieron su origen, en un principio, al análisis de los adultos, pero pudieron ser luego confirmados en todos sus detalles por observaciones directas de sujetos infantiles. Realmente, es tan fácil convencerse de las actividades sexuales regulares de los niños, que nos vemos obligados a preguntarnos con asombro cómo ha sido posible que los hombres no hayan advertido antes hechos tan evidentes y continúen defendiendo la leyenda de la asexualidad infantil. Este hecho debe depender, indudablemente, de la amnesia que la mayoría de los adultos padece por lo que respecta a su propia niñez.